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Serie de artículos dedicados a la Crianza Canina escrita por Chris para la Web Todoperros.com A lo largo de los varios años que llevo dedicada en cuerpo y alma a la crianza de mis Bullmastiffs, he tenido ocasión de tratar con muchos otros criadores de prestigio, de larga trayectoria y gran reputación que viene avalada por programas de cría de mucho éxito y por los triunfos conseguidos dentro y fuera de las fronteras propias con sus ejemplares; pero también, desgraciadamente, he tenido y tengo que vérmelas continuamente con demasiadas personas que por el mero hecho de aparear un macho y una hembra y esperar a ver el resultado final, se creen que ya lo tienen todo hecho. Esos son los que yo he dado en denominar “pseudo-criadores”, malos aficionados que, con mejores o peores intenciones, desvirtúan la crianza canina y la convierten en un burdo negocio, del que esperan sacar buen provecho. Individuos que no son capaces de investigar y mucho menos interpretar un Pedigrí, que no saben absolutamente nada de Genética ni de Salud Canina y por supuesto tampoco de Etología (conceptos todos ellos a los que no dan ningún valor y que creen estar de más, porque para ellos todo se resume en cruzar a un ejemplar con otro y ver nacer muchas crías que vender por Navidad) y que apenas sí conocen el estándar de la raza con la que han decidido “producir” cachorros, casi siempre con un único y desgraciado propósito: el afán de conseguir incrementar sus ingresos mensuales… y que, con sus prácticas incoherentes, interesadas y absurdas, acaban ¡tantas veces! por destrozar el trabajo de aquellos otros que lo han dado todo por lograr mejorar el pool genético de tal o cual raza. Cuando me topo con estos “pseudo-criadores”, aparte de irritarme y desesperarme para mis adentros (y, a veces, incapaz de moderarme ni de controlarme, decirles con vehemencia lo que pienso de ellos, de su estupidez y de su ¿¡trabajo!?), me invade un sentimiento de enorme amargura, por cuanto casi siempre acabo por constatar, a través del ejemplar que pasean por cualquier exposición canina, que ese perro es un ejemplar burdo, del montón, basto, vulgar (cuando no rematadamente atípico y francamente horrendo) que poco tiene que ver con esos otros nacidos de una selección depurada y hecha con criterio y con conocimiento de causa. Un auténtico fraude, casi se podría decir, aunque en ocasiones, como en el cuento del burro, pueda sonar la flauta por casualidad y haber, entre todos los sujetos de una camada dispar e irregular, uno que llame algo la atención. Uno de cien, de doscientos, de trescientos, de mil cachorros nacidos bajo uno de esos afijos que crían perros con el mismo interés con el que podrían dedicarse al cultivo de las malas hierbas, cuando aquello a lo que debe aspirar cualquier persona que se quiera preciar de criar buenos ejemplares, es de que en cada una de sus camadas todos los ejemplares sean verdaderamente típicos de la raza. Claro que no es menos cierto que dentro del colectivo de”pseudo-criadores”, amén de aquellos que lo hacen por puro interés económico y sin ningún deseo de seleccionar tal o cual raza con miras a mejorar lo que ya presente de bueno y a evitar los rasgos que pudieran resultar indeseables, hay esos otros que porque tienen una perrita en su casa, deciden de buenas a primeras, que ha llegado el momento de buscar un machito por el vecindario con el que aparearla, para que sus hijos aprendan algo sobre la vida cuando vean nacer los cachorros y luego tengan que ocuparse (casi siempre sin las elementales nociones de cómo hacerlo bien) de ellos a lo largo de unas pocas semanas (casi siempre demasiado pocas, porque cansados ya del trabajo, de los gastos y de las complicaciones que casi siempre supone sacar adelante una camada de cachorros, se deshacen de ellos cuando apenas están recién destetados o con treinta o cuarenta días a lo sumo) antes de malvenderlos o regalarlos a un pariente o a un conocido de la oficina o del taller… Unos y otros más que contribuir al bienestar de una raza concreta, lo único que consiguen en lanzar a este mundo un buen número de cachorros que son fruto de cruces tan indiscriminados, tan exógenos y tan “casuales” como pudieran serlo los cachorros nacidos de cualquier perro de la calle que se aparee con cualquier perra, también de la calle. Sin más mérito. Sin mayor trascendencia. Frente a estos “pseudo-criadores” que tanto daño pueden llegar a hacer a una raza canina, que demasiadas veces se suman al pelotón de los que quieren criar a toda costa perros de gran demanda en el mercado para hacer su agosto particular en determinadas épocas del año, que es cuando más salida tienen esos cachorritos, hay un selecto (y demasiado escaso, me temo) grupo de personas que se han pasado años seleccionando líneas de sangre, depurándolas, estudiándolas, entendiéndolas, con el único objetivo de continuar mejorando la raza de sus amores. Estos Criadores, con mayúsculas, son lo que no escatiman esfuerzos por conseguir sementales de auténtica calidad (y ojo, hay que distinguir calidad de fama, pues son dos cosas que no siempre van unidas) para aparearlos con hembras igualmente especiales, para que unos y otros aporten a la camada resultante el mayor número posible de virtudes y el más pequeño de faltas. Son estos los que convierten, de verdad, la Crianza de Perros de Raza en un auténtico Arte, también con mayúsculas. Los que a base de gran esfuerzo personal, de mucha dedicación, de horas y horas, días, meses y años de estudio concienzudo de aquello por lo que abogan y pelean, hacen de la Crianza de Perros de Raza una verdadera artesanía, si por artesanía entendemos el arte u obra de unos artesanos que son capaces de imprimir un sello personal, un distintivo, un marchamo, a cada uno de los perros que llevan su afijo. En meses sucesivos trataré de desgranar algunos de los secretos de una crianza bien hecha, de este auténtico Arte de la cría de perros de raza, y lo haré con un único propósito; el de ayudar y orientar a quienes deseen criar perros con todas las garantías, para que el día de mañana destaquen de esos otros ejemplares que, como dije antes, sólo son fruto de una mala casualidad. Y es que, realmente, merece la pena hacerlo bien. Con responsabilidad, con honestidad y con Arte. Porque nada hay más hermoso que contemplar, recién nacidos y todavía mojaditos, a un buen montón de cachorros que son el fruto de una planificación, de un proyecto, de un empeño personal, de una ilusión y hasta de una pasión, y respirar hondo con la satisfacción de saber que serán sujetos de los que puedas sentirte verdaderamente orgulloso, por cuanto son el resultado de un cruce y luego de una crianza hechos a conciencia. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página 7eb y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |