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Piruleta y Pica-Pica de Castro-Castalia Es este un perro poco exigente, como consecuencia de su origen histórico y del hecho de que hasta hace bien poco se tratara de un animal que vivía en un entorno muy rudimentario, acompañando al pastor y al pescador, al que tradicionalmente se le ha alimentado con pan seco y con las sobras de comida de sus amos. A pesar de lo escaso de su dieta, parece claro que era más que suficiente; ello porque durante sus horas de trabajo y de escarceo, la complementaba instintivamente con la caza de pequeños animales y de otros alimentos de los que se proveía en el campo o en el agua. Es decir, que hasta muy recientemente el PDAE se ha estado alimentando como lo hacían en el pasado más remoto los perros que acompañaban al Hombre en todas sus actividades. Hoy en día nos parece a la mayoría inconcebible que los perros de los que nos hacemos acompañar en nuestra vida diaria se alimenten de esta manera y acostumbramos a aconsejar dietas supuestamente más completas, en forma de piensos, alimentos semi-húmedos o latas, que los fabricantes formulan específicamente según las necesidades nutricionales de las distintas tallas de perros, sus edades, su sexo o sus especiales condiciones de vida. Pero empieza a surgir un movimiento en contra de estos alimentos más sofisticados y preparados con toda clase de aditivos y conservantes, que se almacenan durante meses en las estanterías de los comercios y de las tiendas especializadas y cabe preguntarse si una de las razones por las que hasta ahora, y en los escasos años en los que el PDAE existe digámoslo así como raza canina “aceptada” y “reconocida” oficialmente por los distintos estamentos (FCI, RSCE, AKC, CKC, KC, etc.), el PDAE se ha caracterizado por su extraordinaria resistencia, por la ausencia de enfermedades y taras hereditarias y excelente salud no tendrá que ver precisamente con el hecho de que tradicionalmente se haya alimentado con una comida más variada y más fresca, más próxima a la que eligieron sus parientes salvajes... En este sentido y para tratar de dar respuesta a este hecho, yo personalmente recomendaría que aún cuando el propietario decida alimentar a su PDAE con un alimento preparado (pienso o similar) como base de su dieta, no deje de permitir que su perro coma productos frescos y crudos (carne y sobretodo vísceras de vaca o ternera, de pollo y conejo), pescado (blanco o azul), vegetales (herbáceas y verduras trituradas previamente en el turmix), huevos (revueltos con leche en mantequilla o en tortilla, un par a la semana) y frutas (aunque estas deba de tomarlas fuera de las comidas, dado que se digieren y metabolizan de forma distinta al resto de los alimentos) y pan integral de forma habitual. Mi consejo sería que hiciera dos comidas al día en vez de una; una de ellas sería de pienso preparado y la otra de alimentos frescos. Con ello conseguiremos varios objetivos:
En este momento el lector se estará preguntando si esta opción no implica mucho mayor trabajo y costo... pues bien, si tenemos en cuenta que la comida fresca puede prepararse de antemano (haciendo una especie de “hamburguesas” con la carne o el pescado o las vísceras y las verduras y herbáceas, en una proporción de 1:2, es decir un tercio de carne, pescado o vísceras y dos tercios de verduras y herbáceas) y luego congelarse en porciones que se irán descongelando posteriormente según las necesidades diarias y que, de otra parte, se pueden aprovechar gran parte de los restos de nuestra propia dieta (recortes de la carne y del pescado, vísceras y entrañas que nosotros no aprovechamos, cáscaras y pieles de las verduras previamente lavadas) a la postre comprobaremos que el ahorro es considerable. Y no solo esto, sino que además constataremos también que nuestro perro está más sano y con un aspecto mejor si cabe. Añadir un chorrito de aceite de oliva (1/2 a 1 cucharadita de té al día) a una de las dos tomas diarias o sustituir este por alguna que otra pequeña cantidad de mantequilla (del tamaño de una nuez) y sustituir un par de veces a la semana las “hamburguesas” por una ración de huevos en tortilla o revueltos con dos o tres lonchas de pan integral, será todo lo que haga falta para que nuestro perro rebose salud y energía. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |