El Pastor del Pirineo, la Seleccion de un Cachorro, Castro-Castalia Bullmastiffs

Aquí, como en todas las razas caninas, la edad ideal para seleccionar un cachorro es la de las ocho-diez semanas, momento en el que de alguna manera el individuo es como una especie de fotocopia reducida de lo que llegará a ser. Posteriormente, a partir de las once semanas es fácil que el ojo inexperto no pueda aseverar nada de cómo será el adulto por cuanto el animal entra en una fase de desarrollo muy rápido y cambiante.

Lo más importante a la hora de elegir un cachorro es sin duda dejarse aconsejar por el criador experto, para lo que previamente se habrá hecho una cuidada selección de todas las alternativas posibles, yendo a exposiciones y hablando con propietarios particulares para recabar de primera mano su experiencia con tal o cual criador, luego hablando con todos los criadores presentes, yéndolos a visitar a sus casa para ver en qué condiciones albergar y cómo tratan a sus perros y haciendo toda clase de preguntas –incluso las que parecen más inocentes, más absurdas o más simples—y anotando todas las respuestas.

Un periodo de reflexión no viene nada mal y una vez decidido quien será el criador del cachorro, es lógico pensar que si se trata de una persona verdaderamente seria y responsable, no criará por criar sino en base de una selección y un calendario muy preciso por lo que lo habitual es que se pase a formar parte de una lista de espera (a veces incluso de un año o más) antes de poder optar finalmente al cachorro esperado y deseado.

Cuando llegue el momento de la selección final de un ejemplar, dentro de la camada, el propio criador tendrá mucho que decir en cuanto a sus características y su comportamiento pues estará mucho más acostumbrado a hacer una selección. Y hay pues que escucharle atentamente y confiar en su criterio.

Conocer el estándar suficientemente y recordar todas las faltas que en él se detallan es un buen comienzo para hacer una elección adecuada.
Como lo es tener presente que el cachorro deberá ser más largo que alto, capaz de aplomarse perfectamente y mostrando unas angulaciones ya propias de la raza, dejando naturalmente atrás las patas posteriores. La pierna deberá ser larga para permitir un buen movimiento y los corvejones más bien pequeños. La cabeza deberá estar perfectamente separada de los hombros gracias a un cuello potente y esbelto a la vez.
La calidad y longitud definitiva del pelo y su color no suelen ser fáciles de reconocer a esa edad y habrá que esperar al total desarrollo del animal. No obstante el criador experto podrá anticipar algunos de estos rasgos gracias al conocimiento que tiene de los pedigríes de padre y madre y la carga genética que cada progenitor aporta a la camada.
Si se busca un perro para exposición habrá que huir de aquellos que tengan el pelo excesivamente claro, casi blanco y elegir por el contrario el leonado más oscuro, más rojo y tener en cuenta además, que los ejemplares que nacen negros pueden evolucionar con el tiempo hacia el color pizarra o las distintas tonalidades de gris; habrá que esperar hasta dos años para saberlo con exactitud!.
En cuanto a los perros arlequines, hay que buscar que tengan las marcas lo más negras, nítidas, pequeñas y bien delimitadas posible, siempre sobre un gris claro. Si las marcas son grandes es probable que con el tiempo el pelo negro acabe por recubrir todo el manto.

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