Castro-Castalia Bullmastiffs

El Pastor del Pirineo, Castro-Castalia Bullmastiffs
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El Pastor del Pirineo, Castro-Castalia Bullmastiffs

El Pastor del Pirineo, Castro-Castalia Bullmastiffs

Pero el verdadero reconocimiento aún tardará mucho en llegar. Cierto que hay alusiones esporádicas al pequeño pastor en la literatura la Historia francesa, y aparecen también algunas, pero escasas, representaciones gráficas de perros similares a partir del siglo XVII_XIX,  como hemos visto, pero tan escasas que pocos son los que le dan verdadero valor y el PdP continúa siendo ignorado por la gran mayoría hasta que en él se fija Pierre Mégnin, un veterinario militar, autor de tres trabajos esenciales en las que describe las razas de pastoreo con profusión y cercanía: Le Chien (1893), Le chien et ses Races (1897) y Les Races de Chiens (1899), la primera de las cuales es escrita para una conferencia que pronuncia ante la llamada Societé d’Acclimatation, en Toulet, en la que cita específicamente al Berger des Pyrénées como una raza  a tener en cuenta entre las muchas que de pastoreo existen en el país y las dos ultimas publicadas en la revista L’Éleveur de la que es fundador, director y editor.

También por esas fechas, en 1897, el Conde  Henri de Bylandt redacta el que ha sido considerado como el primer esbozo de estándar del PdP, describiéndolo como “un chien au poil hirsute, crane assez plat, long de corps et aux petittes oreilles” (un perro de pelo hirsuto, cráneo bastante plano, largo de cuerpo y de pequeñas orejas). Otros autores se suman con mayor o menor acierto a la moda de “descubrir” al PdP al resto de sus compatriotras a través de sus escritos y tal es su empeño que a pesar de que muchas de sus descripciones son francamente fantasiosas, lo cierto es que consiguen comenzar a llamar la atención de los aficionados que poco van empezando a conocer y a apreciar las características de este pequeño y hasta entonces desconocido perro de pastor autóctono de los Pirineos.

Le llega entonces la hora a Mégnin de poner los puntos sobre las ies y aclarar muchas de las confusiones que esas descripciones poco acertadas, han podido suscitar entre los interesados en la raza y lo hace en ese tercer trabajo al que antes me referí, publicado en su revista, Les Races de Chiens que publica justo cuando el siglo XIX está a punto de terminar. Dice entonces, entre muchas otras cosas que hay en Francia muchos y muy variados perros de pastor y que al lado de los Beaucerons, los Briards y los Perros del Languedoc, existe otra raza que ha de llamarse Chien des Pyrénées, añadiendo que muchos de esos perros nunca antes han venido “a las exposiciones [caninas] de Paris”.

Mégnin muere en el año 1905, poco tiempo antes de que pueda ver cumplido su sueño de saber que los primeros perros de pastor, más concretamente los Briard y los Beaucerons, son finalmente aceptados en la edición de 1906 del Concours Général Agricole de Paris, nombre que tenía por aquél entonces la más importante Exposición Canina francesa, ignorando todavía entonces a las restantes razas de pastoreo que él había descrito con tanto empeño, pero su hijo Paul retoma poco después el testigo y lo hace muy en serio, empezando por publicar en 1909 la obra Nos Chiens (Baillière & Fils), en la que recoge gran parte de los trabajos de su padre. Esto propicia que en 1910 se presenten de forma todavía extra-oficial y de la mano del Prof. Joubert en el Concours Général Agricole de Paris los tres primeros ejemplares de PdP,  procedentes de la región de l’Haute Ariége, que atraen la atención de los visitantes por su rudo aspecto y la viveza de su carácter.

Y no sólo eso sino que como oficial encargado de dirigir el Canil de la VIIª  Región militar empieza a darse cuenta, en plena Gran Guerra, de que por sus características el PdP puede convertirse en el mejor perro de enlace y de búsqueda al servicio de los soldados del ejército de tierra. Cautivado por esta posibilidad, encarga a Théodore Dretzen –a la sazón director de los caniles concertados y que más tarde se convertirá en un afamado criador y también en un prestigioso juez especialista-- que localice al mayor numero posible de ejemplares y ponerlos a disposición del Ejército tras un breve entrenamiento que tiene lugar en el llamado Jardín d’Acclimatation y que es llevado a cabo por varios civiles, que los preparan para diversos cometidos, entre los cuales destacará el de actuar como perros estafeta o enlace, perros centinela capaces de detectar el menor movimiento de los enemigos, perros de socorro, que localizan con la ayuda de su olfato a los heridos y perros de ayuda sanitaria, responsables de trasladar a sus lomos los botiquines de primeros auxilios.

Entre 1917 y 1918 el Ejército francés recluta a más de 15,000 perros, muchos de los cuales entran a servir en el Canil de Burdeos, en la región Suroeste del país. Y aún a pesar de que más de la cuarta parte de estos valientes soldados de cuatro patas mueren en el campo de batalla, lo cierto es que el éxito en el desempeño de sus funciones es tal, que dos años después, durante el Gran Desfile de la Victoria en Paris, el oficial al mando de los llamados Perros de Guerra, J.  Dhers  comenta,  orgulloso, que “es su deber proclamar alto y claro que la raza del pequeño Pastor del Pirineo ha sido la que ha dado al Ejército los ejemplares más inteligentes, más astutos y mañosos, más rápidos y más hábiles”.

Lo cierto es que a partir de ese momento, la situación del PdP cambia significativamente a todos los efectos; de una parte porque la población de PdP queda significativamente mermada debido a las incontables pérdidas en el campo de batalla, y de otra porque, atraídos por todas las cosas buenas que se cuentan de su fidelidad, su astucia e inteligencia, su agilidad y su valentía,  el numero de aficionados a la raza se multiplica.

“El perro de Pastor de los Pirineos es un Griffon cuya cabeza no está excesivamente poblada de pelo; escasamente algunos pelos largos sobre las cejas, pero ni rastro de bigote ni tampoco una barba pronunciada. Es en el cuarto posterior dónde realmente se acumula el pelo, puesto que presenta importantes cultotes y también espesas matas sobre los muslos (...)”, P. Mégnin, Les Races de Chiens, revue l’Éleveur, Vincennes, 1897.

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(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito)

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