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La LeyendaCuenta la Leyenda que el pastor de tres cabezas Gerión, estaba locamente enamorado de la bella Pyrene, que era amante del valiente Hércules. Rabioso, Gerión por no conseguir sus favores, prendió fuego al bosque en el que Pyrene se ocultaba de él convencido de que la obligaría a caer en sus brazos, pero la hermosa mujer prefirió morir abrasada antes que rendirse al violento tricéfalo. Enterado de la gesta de la hermosa y valiente mujer, Hércules pidió ayuda a los Titanes para levantar una gigantesca tumba de piedra en la que descansara para siempre su amada. Así nació la colosal cordillera que es besada por el Atlántico y el Mediterráneo y que desde entonces tomó el nombre de Pirénées, Pirineos. Esta cadena montañosa que separa de forma natural Francia de la Península Ibérica, que tiene su punto más alto en el Pico de Aneto, con 3.404 metros, (11,168 ft) es una región sumamente agreste y cambiante que alterna las altas montañas con sendos y profundos valles. Y es también un lugar de gentes peculiares, solitarias que han vivido para sí mismos, alejados del resto de la Civilización durante siglos, dedicados siempre al pastoreo de trashumancia. Estas peculiaridades del terreno y de sus habitantes explican que desde antaño necesitaran la colaboración de perros ágiles, incansables, inteligentes, valientes y sumamente resistentes, que pudieran ayudarles en la conducción de los grandes rebaños de ovejas y cabras, por rutas sumamente difíciles trazadas por años de tradición. Y explican también que el que hoy conocemos como PdP sea un perro que ha estado presente en estas tierras muy probablemente desde que el hombre las conquistó para pasar a vivir en ellas. Los antepasadosNo está claro y quizás nunca lo esté, como llegaron hasta aquí los antepasados del actual PdP y son muchas las teorías que pretenden explicar su aparición en estas tierras pirenaicas. Unos afirman que quizás sean los descendientes de los Perros Tibetanos que alguna vez acompañaron a los invasores bárbaros, pero otros ven en él algunos trazos heredados de los antiguos Pastores de Crimea o del Cáucaso –mitad perros, mitad osos, que ya poblaron la tierra en la edad terciaria y que toman el nombre científico de Amphicyon-. Una tercera teoría sostiene la posibilidad de que sencillamente se trate de un perro indígena, que ha estado en estas montañas desde siempre o cuanto menos desde que el hombre optó por convertirse en sedentario y dedicarse a actividades pastoriles y seleccionó a sus colaboradores caninos a partir de aquellos primeros lobos que fueron domesticados a través de varios milenios. Esta ultima teoría, que puede tener visos de realidad, se apoya incluso en las pinturas de la Cueva de Lascaux, dónde el hombre primitivo dejó impresa sobre sus paredes, hace más de 25,000 años, la forma de vida que llevaba en esas mismas montañas. De lo que ya no hay ninguna duda, gracias a los restos de huesos de perros de pequeño tamaño, ovejas y cabras, encontrados en múltiples excavaciones, es que hace no menos de 6,000 años la ecología de la zona cambió totalmente precisamente por la gran cantidad de rebaños que pastaban en sus valles y montañas. Restos que dan igualmente cuenta de las grandes rutas trashumantes que ya entonces se utilizaban dos veces al año para subir y bajar al ganado de las montañas a los valles, en función de la climatología. Trashumancia que todavía hoy, en los albores del siglo XIX se continúa efectuando como antaño. Y si bien como ocurre casi siempre, son nulas las referencias escritas, tanto que los dos autores más citados cuando se escribe sobre perros, Lucius Iunius Moderatus Columella, escritor romano de origen español, que vivió en el siglo I d. C. y Gaston Phébus, Conde de Foix, (1338-1380) no hablan de perros de pastor, si no es para referirse a los de gran tamaño de los que probablemente desciendan la mayoría de los mastines modernos, como por ejemplo el Cao da Serra da Estrela, el Mastín Español, el Mastín del Pirineo, el Montaña del Pirineo y tantos otros. De hecho, Columella en su obra De re rustica explica cómo ha de ser un perro de pastor al que le pide “robustez y pronto, pues está destinado no sólo a batirse [con los depredadores] sino a correr [tras ellos para ahuyentarlos]”. Y añade que es mejor que sean de color blanco “con orejas inhiestas”, para poder distinguirlo desde lejos de los lobos. Pero se refiere, con esta descripción a los grandes mastines, los mismos a los que dedica algunas citas Gaston Phoebus en su Livre de Chasse, cuando comenta que se trata de “un tipo de perro que todo el mundo ha visto”, cuya misión es la de “guardar el ganado y las casas de sus dueños”. Felizmente, sin embargo, la tradición oral está llena de citas y referencias que aluden a estos, y son innumerables las historias y las cantigas que cuentan como los pastores de la zona estaban permanentemente acompañados de sus pequeños y polivalentes perros. Pequeños y polivalentes pues debe quedarnos claro desde este momento que el PdP y otros perros afines, han sido siempre y son todavía hoy el complemente ideal y necesario de esos otros perros de mayor tamaño y volumen que también ejercen labores de pastoreo, pero bien distintas. Pues si los primeros son los encargados de conducir al rebaño a una voz del pastor, los segundos serán los que defiendan al ganado, a sus aliados de menor tamaño y al propio hombre de las grandes fieras, lobos y osos principalmente que siempre han abundado en la región, como ya nos quedó perfectamente claro a través de las citas de Columella y Phoebus. Un dato interesante que para muchos aficionados podría pasar desapercibido es que en la Corte del Rey Sol, gracias a la intervención de Madame de Maintenon –esposa morganática de Luis XIV, que la desposó en secreto en octubre de 1683--, quien ejerce una gran influencia sobre la nobleza y que presenta algunos ejemplares a la Nobleza , surge una gran afición por los enormes Perros de Montaña del Pirineo y es entonces cuando el Abad Rosier tiene ocasión de oír hablar de la colaboración que, en sus lides de pastoreo habituales, presta a esos grandes canes otro de mucho menor tamaño, al que las gentes de las tierras de alta montaña conocen como petit chien de berger. Mucho más tarde, hacia mediados del siglo XIX, otro autor de nombre Gayot comenta en una de sus obras que los grandes Montaña del Pirineo viven en compañía de los rebaños, si bien actúan más “como protectores que como conductores de estos”, precisando que para esta otra labor de conducción “hace falta dar al perro de pastor un soporte, un compañero”, en clara referencia a los ancestros de los actuales PdP. Han de pasar muchos años hasta que finalmente el prestigioso Georges Louis Leclerc, Comte de Buffon (1707-1788) naturalista y filósofo francés. autor de la Histoire Naturelle, en la que describe con todo lujo de detalles la evolución de los animales cuadrúpedos y las aves, aún sin darle rango de teoría, empieza a fijarse en los “chiens de berger de petite taille” (perros de pastor de pequeño tamaño); ya en el siglo XIX, una litografía obra de A. Dartiguenave, titulada Costumes des Pyrénées (Costumbres de los Pirineos) muestra un matrimonio de pastores, ataviados con el traje títpico de la región de y su hijo pequeño, acompañados de un PdP perfectamente típico, de pelo pizarra y pelo semi-largo, que los comtempla interesado. De mitad del siglo XIX (1843) es también un óleo sobre tela titulado Le retour du berger (El regreso del Pastor). Y obtra de anlexandre Gabriel Decamps, que en la actualidad se exhibe en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, Holanda, en el que muchos han querido ver un ejemplar típico de la raza. Tras los importantes cambios sociales, económicos y políticos que tienen lugar tras la Revolución Francesa, se hace ya patente la presencia de los pequeños perros de pastor en la vida de aquél país, como si de alguna manera los nuevos hábitos hubieran hecho reverdecer ciertas costumbres ancestrales que hasta ese momento habían sido ignoradas por los grandes señores latifundistas que miraban a otra parte y no querían fijarse en la difícil vida que llevaban muchos de sus paisanos en zonas tan complicadas para la existencia humana como los Pirineos. Y así, a partir de ese momento de inflexión y cambios drásticos, los antepasados del actual PdP aparecen casi como por arte de magia en todas partes: en grabados, en litografías, en oleos, y más tarde en daguerrotipos y fotografías. No deja de ser incluso curioso que los habitantes del Alto Pirineo hablen, todavía hoy, de cómo la pequeña pastorcilla Bernardette Soubirous, a quien se le aparece en 1858 la Virgen Maria en la entonces remota localidad de Lourdes, estaba acompañada en el momento de la milagrosa visión de su petit chien de berger. Y cuando hablamos de este ya santo lugar, hemos de referirnos también a su imponente castillo, el Chateau-Fort, que con el devenir de los tiempos se ha convertido en un importante museo, en el que se guarda una interesante colección de objetos relacionados con la presencia de las razas caninas dedicadas al pastoreo en la región de los Pirineos.
(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |