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Una de las consultas más habituales a los adiestradores y el los foros es, invariablemente... “mi perro no para de tirar de la correa”, cuando sale de casa se trasforma, no sabe comportarse en el exterior de las casas, este es un comportamiento indeseable que además es el principio de otro grupo de problemas derivados de la ansiedad generada en este tipo de paseos Muchas veces, cuando vamos paseando por la calle no paramos de ver perros andando delante de sus dueños tirando de la correa con el resultado final de que realmente es el perro el que saca a pasear al dueño, el es el que decide donde va, como va y ellos se limitan, con mayor o menor fortuna a ir detrás de el intentado mantener la verticalidad. A este problema se le une que un perro que tira de la correa genera ansiedad y nerviosismo predisponiéndole a conflictos con otros perros y entornos, ahora bien, el problema tiene fácil solución, solo requiere paciencia y constancia. Existen varios métodos para evitar este problema, pasaremos a enumerarlos mencionando las ventajas e inconvenientes que tiene cada uno. El de más rápidos resultados es utilizar el collar llamado Halti que cosiste en una serie de correas que se colocan en el cuello y alrededor del hocico y que consiguen que cada vez que el perro tira de la correa, le cambia la dirección de la cara, desviando su atención y consiguiendo que prácticamente de inmediato, el perro deje de dar los tirones indeseados, ahora bien, su principal inconveniente es que prácticamente nos obliga a usarlo de continuo, ya que en la mayoría de casos, en cuanto se lo quitamos, la conducta indeseada vuelve y también incita a nuestro perro a rascase el hocico para intentar quitarse eso tan molesto que tiene puesto y en muchos casos, acaban aprendiendo a hacerlo en un periodo de tiempo relativamente breve, con lo que el collar pierde su efectividad volviendo el mal comportamiento . El segundo método es el de cambiar de dirección o detenerse cada vez que el perro tira de la correa, requiere mucha paciencia y tiempo, obliga a tener mucha constancia y a mantener una actitud durante largos periodos de tiempo hasta que empiezas a obtener resultados, a su favor, es el menos ”invasivo” con el perro, ya que con el, lo que intentamos demostrar al perro es que si el decide ir en una dirección con ansiedad, nosotros nos vamos en dirección contraria y le descolocamos, al principio probablemente intente revolverse, solo deberemos mantenernos firmes y esperar pacientemente a que el perro nos siga. Otro de los sistemas, el que yo utilizo, piense el lector que continuo con la cría de Bullmastiffs que empezó Christina de Lima-Netto y que mis “peques” son moles de 60kg de músculo y nervio, y que consiste en poner al perro un collar de los mal llamados de “estrangulamiento” – preferentemente de metal - que no le hacen ningún tipo de daño al perro y que consiguen repartir la presión a lo largo de todo el cuello del animal, generándola por igual en toda su superficie y transmitiéndole un clara señal, el que esta detrás del collar, es el que tiene el control, hay que tener en cuenta que el cuello es la zona en la que, en casos de dominancia, los otros perros atacan e intentan controlar, complementando al collar con una correa de las llamadas de adiestramiento, que permiten tener el control en varias circunstancias ya que tienen la posibilidad de colocarlas en diferentes posturas, dando o restringiendo el espacio del perro. Una vez que tenemos el collar y la correa empezaremos el paseo y cada vez que veamos que el perro empieza - es importantísimo adelantarnos a sus intenciones- a adelantarse realizaremos un gesto de latigazo con la mano de manera seca y brusca, el perro oirá algo raro detrás de el y se asustara, con un par de correcciones bastara para que el perro abandone la conducta indeseada repitiéndolo en varios días, pocos, acabara por dejar de hacerlo. El inconveniente de este sistema es que requiere habilidad para dar el “latigazo”, pero con unos cuantos intentos nos convertiremos en expertos “latigeadores”, se trata de conseguir el mismo efecto que el de un domador de leones cuando chasquea el látigo en una jaula. En todos los casos, es imprescindible premiar al perro con golosinas adecuadas cuando su conducta sea la aceptable, añadiendo un ruido, un chasquido de dedos, un ruido con la boca, un sonido de clicker, para que el sea capaz de asociarlo a una situación buena, de esta forma, conseguiremos que en el futuro, solo con hacer el sonido, el lo identificara y realizara el comportamiento deseado, independientemente que le demos un premio o no, teniendo siempre claro que el aprendizaje más rápido es aquel que se asocia a algo positivo. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |