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Regaliz de Castro-Castalia "Los niños y los animales entienden mejor mi mùsica (Igor Strawinsky)" Si por algo destaca el Mastiff es por su enorme delicadeza, aún a pesar de su tamaño. Es un gigante gentil, afable y cariñoso con “su” familia, que se desvive por agradar a todos los miembros de la misma. En todo momento parecen analizar las situaciones antes de tomar una decisión y actuar de una u otra manera, como si quisieran estar muy seguros de qué hacer, dadas las circunstancias. Y eso es precisamente lo que resulta tan encomiable en este enorme perrazo; jamás actúa de forma intempestiva. Siempre parece saber muy bien lo que se hace. Es un guardián noble y sereno, capaz de las mayores gestas por defender a los suyos, pero –todo hay que decirlo—para que se sienta obligado a dar su vida por salvar a los dueños, tiene que sentirse y saberse parte de la familia. No esperemos de el una reacción contra un intruso o un atacante, si antes no le hemos dado el cariño que necesita y si antes no le hemos respetado como lo que es: un perro amoroso, cariñoso y dedicado. Quienes no conocen el carácter de la raza, dirán de el que es perezoso, lento y obtuso. Nada más equivocado. Es un perro inteligente y con una capacidad innata para calibrar todo lo que ocurre a su alrededor, con una memoria envidiable y un sentido de la “justicia” igualmente encomiable. Lo que ocurre es que jamás actuará de manera intempestiva. No, si se trata de un animal perfectamente equilibrado, que haya sido criado en condiciones optimas y educado también acorde con su personalidad y carácter; es decir, un digno representante de su raza. Pero no es este un perro que haya que “medir” y “calibrar” en pruebas de carácter tan al uso y a las que son tan aficionados algunos, porque el Mastiff no se deja intimidar por un figurante ni una manga... pasará olímpicamente de ellos y hasta es probable que bostece o ponga cara de póquer. Sin embargo cuando la situación lo requiera y siempre, repito, que el animal se sienta estimulado afectivamente por su familia humana, hará lo que tenga que hacer. Pero siempre desde la serenidad de que hace gala como pocos congéneres. Tiene también una especial sensibilidad con los niños y los viejos, a los que cuida y mima con un tino excepcional. Da gusto ver cómo, instintivamente, parecen caminar de puntillas al lado de una persona de mucha edad –como si temieran con su peso y su talla hacerles daño si reaccionaran con más ligereza—o jugar tumbados con el crío que todavía no levanta dos palmos del suelo. Si hubiéramos de definirlo en pocas palabras, bastaría con decir que este es un perro noble, sencillo y honesto, dispuesto a ofrecer lo mejor de sí mismo a cambio de un poco de cariño, comprensión y respeto. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |