Castro-Castalia Bullmastiffs

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Animales peligrosos de la Fauna, Castro-Castalia Bullmastiffs

Pica-Pica de Castro-Castalia

Camada Autos Locos de Castro-Castalia

NADA MÁS IDÍLICO NI MÁS AGRADABLE QUE SALIR A PASEAR CON NUESTRO PERRO POR EL CAMPO.
PERO LOS HABITANTES DE LAS CIUDADES, AJETREADOS SIEMPRE Y CONECTADOS AL ORDENADOR, HEMOS DEJADO A UN LADO EL SABER POPULAR Y DESCONOCEMOS LOS PELIGROS QUE ESE CAMPO, APARENTEMENTE INOFENSIVO Y SIEMPRE HERMOSO, PUEDEN ENCERRAR PARA NUESTROS AMIGOS DE CUATRO PATAS Y PARA NOSOTROS MISMOS.

Cuando los días se hacen más largos y empieza a apretar el calor, es agradable huir dela gran ciudad y aventurarse por senderos poco transitados, en cualquier ruta campestre; cogemos el coche a primera hora de la mañana o a la última de la tarde, enfundados en un pantalón corto y con unas zapatillas de deporte, la correa del perro y poco más.

Precauciones, lo que se dice precauciones, no tomamos ninguna y la mayoría de las veces ni siquiera disponemos de un botiquín de primeros auxilios minimamente pertrechado al que recurrir en caso de necesidad, cuando sin embargo, para jugar sobre seguro, éste debería ser, por así decirlo, un bien de primerísima necesidad.

EN CUALQUIER RECODO DEL CAMINO

En cuanto nos sentimos suficientemente alejados de la presión de la urbe y sus ruidos y agobios parecer ser sólo un mal recuerdo soltamos a nuestro perro y lo dejamos disfrutar a la carrera de ésa sensación de recién adquirida libertad que le es tan necesaria como a nosotros mismos. Permitimos que se aleje tras la pista de alguna liebre o cochino, mientras llenamos nuestros maltrechos pulmones del fresco e impoluto aire. Caminamos con o sin ruta predeterminada, sin pagar peaje, hasta acabar rendidos bajo alguna sombra amable de roble, encina o pino que nos cobija espontáneamente y el perro regresa a nuestro lado con el pelo enmarañado, las patas embadurnadas y jadeante, con expresión feliz.

Hasta aquí, todo normal. ¡Una imagen absolutamente idílica e inocente! Demasiado inocente. Pero hemos de saber que a veces las cosas pueden complicarse hasta extremos insospechados, por lo que no está de menos aprender a reconocer algunos de los peligros más comunes que acechan en cualquier repecho o recodo del camino. Mejor eso que tener que lamentar no haber prestado un poco de atención a nuestro entorno.

Aún cuando los manuales nos dicen que el mejor amigo del hombre es capaz de diferenciar entre plantas tóxicas y aquellas otras que no los son, o entre animales peligrosos e inofensivos, lo cierto es que, al igual que ocurre con quienes pasamos más de media vida encerrados entre cuatro paredes, respirando aire acondicionados y conectados a un ordenador, de la oficina a casa y de casa a la oficina, la domesticación ha acabado con un buen numero de sus más elementales instintos y de la misma manera que nosotros hemos olvidado todos los cientos de refranes populares que escuchamos de nuestros abuelos, ellos han perdido la capacidad de cazar para alimentarse, o de reconocer, por sus chillones colores, un insecto venenoso o, por su olor, una hoja, flor o raíz altamente ponzoñosa. Y no debe por ello sorprendernos que se dejen engañar y acaben, en ocasiones, padeciendo algún cuadro más o menos serio de intoxicación.

PELIGRO POTENCIAL

Este capítulo y el segundo, o dedicaremos a las plantas más comunes en nuestra Geografía que representan un peligro potencial tanto para los perros como para nosotros y, los siguientes, a los insectos, reptiles, etc que nos pueden causar algún disgusto.

¿Quién podría imaginarse, a simple vista, que los hermosos Acónitos, que alcanzan incluso el metro y medio de altura, con sus hojas palmeadas de pronunciadas hendiduras que llegan hasta el rabillo y sus veraniegas, llamativas y arracimadas flores azules o amarillas en forma de campana, tienen como primer principio activo la aconitina, un veneno muy violento que se encuentra principalmente en las semillas y que alcanza su mayor virulencia cuando estas llegan a la madurez, aunque lo cierto es que toda la planta y la raíz resulta tóxica? De hecho, a esta ranunculacea, el saber popular la rebautizó hace siglos como “matalobos” porque con ella se fabricaba un poderoso veneno contra esos cánidos salvajes; la ingestión de cualquiera de sus partes produce una intoxicación que llega a resultar fatal, siendo la muerte causada por paro cardiorrespiratorio, al que precede una parálisis generalizada o cuando menos, causa lesiones permanentes en corazón y pulmones si no se actúa inmediatamente para neutralizar el efecto de los principios activos del tóxico.

Igualmente atractivas a la vista resultan las espectaculares inflorescencias de la Digital (Digitalis purpurea y D. Lanata), que crecen en racimo en la parte media y alta del tallo de la planta. Las propiedades de la digitalina, princípio activo alcaloide que se extrae fundamentalmente de las hojas, son bien conocidas desde el S. XIII, cuando fueron relatadas por médicos galeses; aún hoy se emplea por la medicina convencional para tratar fallos de corazón y otras irregularidades relacionadas con el ritmo cardíaco, pero la ingesta incontrolada de alguna parte de la planta y especialmente las hojas, produce una “sobre dosificación digitálica” de consecuencias muy graves para el músculo cardiaco, amén de otras complicaciones serias a nivel de los aparatos digestivo y nervioso.

TRATAMIENTO DE EMERGENCIA

Siempre que constatemos que nuestro perro ha ingerido cualquiera de estas plantas venenosas, es imprescindible inducir el vómito lo más rápidamente posible para lo que se administrará urgentemente carbón activado por boca o, en su defecto, agua con sal o agua oxigenada. Se hará igualmente necesario un completo lavado de estómago, por lo que habrá que acudir INMEDIATAMENTE a una Clínica Veterinaria para ofrecerle el tratamiento especializado lo más rápidamente posible, teniendo en cuanta que de la inmediatez dependerá la vida de nuestro amigo.

Sería además conveniente, sobretodo si no estamos muy seguros de saber identificar la planta ingerida, llevar con nosotros alguna muestra para su plena identificación, lo que contribuirá a prestarle el tratamiento veterinario más adecuado según el caso.

En el próximo capítulo continuaremos tratando de aquellas plantas cuyos frutos representan un riesgo para la salud de nuestro perro y la nuestra propia.

Ya conocemos los riesgos que suponen plantas de flores tan atractivas y coloristas como los acónitos o la digital, pero, desgraciadamente, no son estas las únicas que deben preocuparnos y mantenernos en guardia cuando paseamos por nuestros campos.

También ejercen sobre nosotros y nuestros perros especial atracción las preciosas florecitas blancas o rosadas del Lirio de los valles (Convallaria majalis) con su especial fragancia, tan frecuentes en hayedos y robledales, y que han sido y continúan siendo empleadas tradicionalmente para ofrendas en forma de ramilletes a las Vírgenes de Mayo, en tantas y tantas Romerías españolas, especialmente en las regiones montañosas del Norte de la capital.

Durante el verano las florecillas dan lugar a sendas bayas globulares del tamaño de los guisantes, de color coral; cabe decir que si bien todas las partes de  la planta son altamente tóxicas, suelen ser las bayas rojas las que por su llamativo aspecto atraen al que las ingiere. Los principios activos que encierran –de manera muy especial las hojas- causan la muerte en pocas horas, lo que deja un escaso margen de tiempo para actuar en un intento por salvar la vida del desgraciado glotón.

AGRADABLE BORRACHERA

Y hablando de frutos altamente tóxicos y peligrosos para quien los coma, tenemos las bayas del Aro, planta peremne de la familia de las aráceas, de raíz tuberculosa y feculenta, de la cual parten hojas sagitales, lisas, grandes y de color verde oscuro, manchado a veces de negro. Los frutos, de color y tamaño similar a la grosella, llegan a ser fácilmente confundidos por el inexperto y su alta toxicidad produce un grave cuadro de envenenamiento masivo, con resultado de muerte si no se facilita tratamiento adecuado e inmediato.

Parecidas a las uvas, rojas, carnosas, de aspecto jugoso y sabor agridulce, son las bayas de la Dulcamara (Solanum dulcamara), semi arbusto trepador que alcanza incluso los dos metros de altura y que crece en terrenos húmedos, como las ribera de ríos y arroyos; su ingestión produce inicialmente una especie de agradable borrachera que desemboca en una gravísima intoxicación, tantas veces mortal, dependiendo de la cantidad de frutos ingeridos. Tan es así que incluso recibiendo tratamiento urgente, para tratar de salvar la vida del incauto goloso, quedan secuelas permanentes e importantes.

Majuelo, Majoleto o Espino de fuego, son algunos de los nombres que confiere la vox populi a la Iracanta (Iracantha coccinea), una mata de la familia de las ramnáceas, muy espesa y con ramillas terminadas en espina, de hojas persistentes, obtusas, casi lineales, que recuerdan un poco a las de la adelfa, de la que luego hablaremos, que se emplean incluso en jardines para hacer setos. Sus flores, pequeñas, solitarias y sin corola, de color blanco, dan lugar en los meses de Agosto a Octubre, a unos frutos en drupa, de color amarillento, anaranjado o coral, pequeños y muy numerosos que forman frondosos racimos con un rico cromatismo, cuya ingesta causa envenenamiento a nivel del aparato digestivo, si bien el pronóstico felizmente, no llega a revestir la gravedad de otros cuadros, antes descritos, sobretodo si se interviene rápidamente.

Muy común en nuestra geografía es también la Nueza negra, herbácea vivaz de la familia de las dioscoreaceas, con tallos trepadores de tres a cuatro metros, que recuerda un poco a la vid, con hojas alternas y acorazonadas, de borde partido, y flores bioicas y verdosas, distribuidas en racimos que florecen a partir del mes de mayo, dando luego frutos en forma de pequeñas bayas verdes, y que se tornan rojizas cuando maduran. Estos frutos encierran un potente alcaloide (compuesto orgánico nitrogenado de carácter básico que produce acciones fisiológicas tóxicas), que desencadena reacciones a nivel digestivo, vómitos, fuertes dolores abdominales y diarreas sanguinolentas, con un efecto altamente paralizante a nivel del SNC (sistema nervioso central), sobretodo si no se actúa con rapidez, por lo que dependiendo de la cantidad de frutos ingeridos puede sobrevenir la muerte en pocas horas.

EMPLEO EN JARDINES

Si antes hablábamos de que el Majuelo se utiliza para la confección de setos, otras plantas de efecto tóxico que se emplean extensamente en jardines pero que se encuentran también en estado “salvaje”, en el campo y la montaña, son el Tejo y la Adelfa.

El Tejo (Taxus baccata, T. cuspidata, T. media en todas sus variedades), es un árbol que se da principalmente en terrenos calcáreos, especialmente umbríos, fácil de reconocer por sus ramas casi horizontales, que, a veces, ocultan cuasi totalmente el grueso y poco elevado tronco, con copa ancha, hojas lineales, planas, aguzadas y de color verde oscuro, de flores escasamente visibles, que aparecen en verano y que se rodean de una cúpula carnosa de color rojo, dando luego un fruto que consiste en una semilla de forma elíptica, envuelta en un arilo de color escarlata; curiosamente el fruto es lo único del Tejo que no resulta tóxico. Sin embargo, todas las restantes partes de él contienen un potente alcaloide que paraliza en pocas horas el SNC y el corazón hasta causar la muerte. Los primeros síntomas de envenenamiento pasan por una aceleración del ritmo cardiorrespiratorio con una bajada importante de la presión arterial y sensación de malestar generalizada. Luego sobreviene la inflamación del hígado y los riñones, seguida de un paro cardiaco irreversible.

Por lo que se refiere a la Adelfa (Nerium oleander) que en Andalucía se denomina comúnmente “mataburros”, estamos tan acostumbrados a verla adornando los ejes centrales y los laterales de las autopistas que no se nos pasa por la cabeza, que pueda resultar peligrosa; se trata de un arbusto muy ramoso, de horas persistentes semejantes a las del Laurel, que pertenece a la familia de las apocináceas, con grupos de flores blancas, rosadas, rojas o amarillas, de floración veraniega. La tradición popular dice que cualquiera que se atreva a echar una siesta bajo su sombra, dormirá el “sueño eterno”; lo cierto es que resultan altamente venenosas, pues contienen un glicósido que es tóxico por inhalación o ingesta de cualquiera de sus partes, muy especialmente las hojas.

PERROS “BARREDERA”

En el caso de perros “barredera” –aquellos que tienen la mala costumbre de mordisquearlo o ingerirlo todo-, además de llevar siempre algo de carbón activado en la mochila, durante los paseos campestres, para inducir el vómito, la prevención pasa por el empleo de bozal pues solo así nos aseguraremos de que no traguen lo que no deben. Al fin y al cabo, de entre todos los refranes de nuestros abuelos, uno que no hemos de olvidar jamás, dice que “más vale prevenir que curar”.

GARRAPATAS

A pesar de su pequeño tamaño, la garrapata es el más grande de cuantos ácaros existen. Es uno de los parásitos temporales por excelencia de los mamíferos, responsable de transmitir numerosas enfermedades, incluso al Hombre. Una vez fecundada la hembra –la única que parasita- necesita succionar sangre caliente hasta hartarse, antes de la puesta de huevos, para lo que se aferra, con las dos uñas en que terminan sus patas, a su víctima a la que previamente habrá identificado por el olor a ácido butídico, ya que carece de ojos.

Para ello, estará al acecho entre hierbas y matorrales, sobretodo allí dónde abundan los conejos o el ganado lanar. El calor es uno de los aliados para su reproducción por lo que el verano es la época más propicia para su apogeo.

Conviene prevenir la parasitación con el uso de collares antiparasitarios específicos, que deben ser utilizados durante la época de especial incidencia y, en las zonas de mayor riesgo, se hace necesario emplear lociones contra insectos, para evitar que se adhieran al a piel. Cuando se produce una picadura es importante desprender la cabeza (que se introduce en las capas superficiales de la dermis) utilizando alcohol, gasolina, petróleo o aceite de cocina, empapándola bien con el producto elegido y esperando unos minutos antes de girarla con los dedos o con una pinza, en el sentido contrario a las manecillas del reloj. Luego se limpiará la herida con cualquier desinfectante. En caso de parasitación abundante, será necesario bañar al animal con algún producto específico a la mayor brevedad.

LA PROCESIONARIA

En los pinares es frecuente toparse con largas hileras de orugas que van en busca de árboles dónde instalarse y construir sus enormes nidos de seda, que cuelgan de las ramas de las que, de paso, se alimentan; en ese habito de transitar en columnas sobre la vegetación el que le ha valido a la larga de la mariposa Thaumatopoeia pityocampa el nombre de “procesionaria del pino”. Cuando se sienten agredidas por un extraño –y el perro es muy dado a curiosear, olfateando las filas de orugas que le atraen quizás por su olor dulzón- lanzan al aire, a través de sus finos pelos, altamente urticantes, hilillos de seda cargados de ácido fórmico o meganóico, lo que produce una importante reacción alérgica. En aquellos casos en los que el perro llega a tocar con la boca o a tragarse, una o más larvas, ese ácido en contacto con las mucosas, llega incluso a necrosarlas, por lo que no es raro que el animal pierda incuso una parte de labio o la lengua en días posteriores. La reacción alérgica se traduce en una gran hinchazón en la zona que ha entrado en contacto con los pelillos de la oruga, con el agravante de que si se produce en la zona de la nariz, boca o garganta –que es lo habitual- puede llegar a causar asfixia.

Si s sospecha que el perro ha podido contactar con estos desagradables insectos de la familia de los Lepidópteros, es necesario administrar con urgencia algún antihistamínico corticoide, preferentemente en inyección para evitar el desarrollo del cuadro alérgico. Cabe apuntar que, aunque por su nombre se asocian siempre estas orugas con los pinos, otras especias casi idénticas en su aspecto y proceder defensivo, habitan en zonas de encinas, robles, castaños, cedros, abetos, manzanos, alarces y carrascos.

LA SAPONINA

Los sapos siempre han tenido muy mala fama por su feo aspecto y su piel rugosa; se trata de un anfibio perteneciente al orden de los Anuros, capaz de segregar a voluntad a través de la piel, una sustancia tóxica denominada saponina, que expele hacia sus agresores cuando se siente en peligro. Si la saponina entra en contacto con piel y mucosas, causa terribles picores y en el caso de los ojos, perdida temporal de visión por efecto de la inflamación que produce, pero poco más. Bastará con lavar abundantemente la zona afectada con agua y jabón y emplear un buen colirio o una pomada corticoide, en el caso de que los ojos se vean comprometidos. Sin embargo hay que decir que no todas las especies tienen la facultad de fabricar este tóxico defensivo.

En cuanto a las arañas, que tanto temor nos infunden, solo un encontronazo con la Viuda negra (Lactrodectus mactan) que habita generalmente en terrenos secos de tipo pre-desértico, representa una autentica peligrosidad, dado que la picadura de su uña, accionada por fuertes músculos, inocula una potente neurotoxina que llega a causar la muerte por fallo cardiorrespiratorio, requiriéndose pues tratamiento específico y urgente. El resto de las arañas que viven en nuestro país apenas implicarán una reacción urticante desagradable, que solo en el caso de individuos de alto riesgo (alérgicos) puede desencadenar un shock anafiláctico; de ahí que en caso de picadura sea conveniente administrar medicamentos antihistamínicos y, si existiera dolor en la zona, baños de agua caliente y administración de analgésicos orales.

CIEMPIÉS VENENOSO

En nuestro país es muy común la escolopendra, ciempiés venenoso de la especie de los Miriápodos, de hábitos nocturnos, que se refugia bajo las piedras durante el día y que es eminentemente carnívora.

Los individuos que superan los doce centímetros de longitud (Scolopendra cingulata) infieren una picadura muy dolorosa con su par de pinzas cargadas de glándulas venenosas, que puede llegar a tener serias consecuencias para la salud del perro. En caso de picadura conviene tratar al animal afectado con antihistamínicos y hacer un seguimiento hepatorrenal, dado que el veneno inoculado, dependiendo de la cantidad y toxicidad, no siempre es fácilmente eliminado por el organismo.

Sin ánimo de ser alarmista, lo cierto es que en ocasiones, sin saberlo, podemos encontrarnos ante una planta o un animal que podría aguaros la fiesta y es por ello menester estar debidamente informados y evitar, en la medida de lo posible, el peligro, tanto más cuando en nuestro país se contabilizan anualmente –por citar sólo un ejemplo- unos ciento cincuenta accidentes en los que excursionistas son atacados por víboras, un dato que nos debe hacer meditar, máxime por cuanto no existen estadísticas sobre cuantos perros se ven implicados en situaciones similares, pero que seguro son muchos, muchísimos más.

Es llegado pues el momento de enfrentarnos a algunos de los reptiles que pueblan nuestra geografía, los grandes lagartos, las culebras y las víboras.

En la España peninsular hay  tres especies de lagartos que habitan principalmente zonas rocosas y soleadas. El primero de ellos por orden de importancia en cuanto a su tamaño es el Lagarto ocelado (Lacerta lepida) que llega a alcanzar los 90 cm de longitud, de enorme cabeza y con un color azul brillante característico en la zona de los flancos; carnívoro, se alimente principalmente de invertebrados (lagartijas, huevos, polluelos, etc.). Otro saurio endémico de nuestra geografía es el Lagarto verdinegro (L., schreibieri) que apenas mide entre 30 y 40 cm y, finalmente, está el Lagarto verde (L. Viridis), el más común, que se extiende por toda Europa y que se distingue por su color verde brillante, como su propio nombre indica. En la Isla del Hierro, en Canarias, vive el Lagarto gigante (L. Simonyi) que llega a medir algo más del metro de longitud y que, durante años, se llegó a creer extinto.

Siempre hemos oído decir que cuando un lagarto muerde, no suelta y sin duda su mordedura resulta muy dolorosa, pero no suele tener mayor consecuencia aunque algunos Veterinarios recomendarán aplicar al perro herido la vacuna anti-tetánica, además de practicar, por supuesto, una correcta desinfección de la herida.

DISTINTOS HABITATS, DIFERENTES CULEBRAS

Las Culebras, al igual que los Lagartos, son reptiles que pertenecen al orden de los Saurios, pero dentro del grupo de los Ofídios. Muy corrientes en todo el sur de Europa y por ende en nuestro país, suelen carecer de veneno o, si lo producen, tiene una incidencia tóxica bastante baja por lo que su inoculación mediante mordedura apenas causa un edema (hinchazón blanda que cede a la presión ye está causada por la serosidad infiltrada en el tejido celular) con eritema (inflamación de la piel caracterizada por la aparición de manchas rojas) local que, tratados sintomáticamente, se curan en pocas horas sin mayores consecuencias.

Podemos llegar a diferenciar varias especies entre las que destacan la Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), la más grande de cuantas pueblan nuestro país, que llega a medir dos metros y medios y se alimenta de conejos y otros roedores, pequeñas aves y polluelos, e, incluso, de otros reptiles de menor tamaño, y que tiene un característico color grisáceo parduzco, con grandes escamas bien delimitadas y dos prominentes “cejas” muy abultadas, sobre ambos ojos, que le confieren un extraño y agresivo aspecto.

Tanto esta como la Culebra escalera (Elaphe scalaris) de color ámbar con dos líneas longitudinales muy largas más oscuras, unidas por otras transversales diseñadas sobre su dorso, viven en regiones rocosas o de matorral bajo, donde habitan sus presas favoritas, mientras que la Culebra de collar (Natrix natrix) y la Culebra viperina (N. Maura) –así denominada por su afán en imitar en su comportamiento a las víboras, aunque resulte inofensiva y se distinga de éstas por tener la cola más larga y la pupila redonda-, mucho más pequeñas, habitan humedales y basan su nutrición en anfibios y pequeños peces, de ahí que comúnmente se las denomine también como “culebras de agua”.

Finalmente dentro del grupo de los reptiles saurios tenemos que en España aparecen tres especies de víboras, todas ellas solenoglifas (con un único diente venenoso). En las regiones norteñas habita la Víbora áspid (Vipera aspid) y en la cornisa cantábrica la Víbora común europea (V. Berus), la única que es vivípara –porque al igual que los mamíferos, es parida en fase de feto bien desarrollado-, que se distingue de la más peligrosa de todas la Víbora de lataste (V. Latastei) porque no tiene un hocico prominente.

VENENO HEMOTÓXICO

Con respecto a esta última, la Vibora de lataste, prefiere los terrenos secos y pedregosos del centro y sur de España, y acostumbra a encaramarse en pequeños arbustos en las horas de máximo calor, por lo que es fácil que muerda al perro en la zona del cuello y abdomen si se siente amenazada; otras veces se oculta bajo las piedras y muerde al incauto animal en el hocico o los labios, cuando este se acerca a husmear –cosa demasiado frecuente, tristemente- con l oque la hinchazón que inmediatamente se produce causa un importante riesgo añadido de asfixia.

Esta víbora posee un veneno hemotóxico bastante potente que actúa sobre todo el sistema  vascular, causando la destrucción de los glóbulos rojos, alteraciones en la velocidad de coagulación y consecuentemente serios riesgos de hemorragia, postración, sed excesiva o polidipsia, sensación de frío, vértigo y malestar generalizado, además de intensísimo dolor e hinchazón en el punto de la mordedura.

Una vez que el animal ha sido mordido, es importantísimo evitar movimientos bruscos, inmovilizándolo al máximo para así retrasar la progresión del veneno por la sangre, aplicando –siempre que la mordedura haya tenido lugar en cualquiera de las cuatro extremidades- un torniquete entre la herida y el corazón, de tal manera que retrase al máximo la progresión del veneno; el animal deberá recibir además tratamiento veterinario inmediato y especializado con aplicación de suero antivipérido y medicación sintomática.

Pero a la vista de que esta víbora puede resultar tan peligrosa, cabe preguntarse ¿cómo podemos distinguirla de otros ofidios no venenosos? Pues bien, he aquí algunos detalles distintivos.

SEÑAS DE IDENTIDAD

Esta Víbora, cuya mordedura puede resultar fatal en el caso de perros de pequeño tamaño, animales débiles, de avanzada edad, o cachorros, y también para aquellos otros con problemas cardiorrespiratorios o braquicéfalos, presenta una cabeza triangular con el hocico chato y levantado, con dos ojos de pupila vertical, recubierta en gran parte por escamas pequeñas, similares en su tamaño a las que recubren en resto de su cuerpo; la cola es corta y muy gruesa y el dibujo dorsal que conforman está elaborado generalmente en forma de “cadeneta” en “zigzag”, y perfectamente delimitado.

CONCLUSIÓN

Ahora que ya conocemos todo esto estamos más capacitados para disfrutar, sin riesgo, de nuestros paseos por el campo, acompañados siempre de ése amigo de cuatro patas que, sin duda, encabezará cualquier excursión con la cola tiesa cual veleta, la expresión alegre y desenfadada, y el gesto relajado, de tan feliz que estará por sentirse casi tan libre como sus ancestros.

 

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(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito)

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