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CONTINUAMOS ESTA SERIE QUE PONE SOBRE LA MESA
LA IMPORTANCIA, LA NECESIDAD ESTA ES UNA MATERIA QUE NO DEJA A NADIE INDIFERENTE,
QUE, EN ESTADOS UNIDOS, ESTÁ PROPICIANDO
IMPORTANTES CAMBIOS EN LOS PROTOCOLOS DE VACUNACIÓN Vimos el mes pasado que las vacunas representaron un importante avance científico y que a lo largo del ultimo siglo han salvado muchas vidas, no solo humanas, sino tambien de animales de granja y mascotas. A nadie escapa pues el autentico significado que su uso, cuando es correcto y está justificado, tiene para la el conjunto de la Sociedad. Pero no es menos cierto que en los últimos años se ha generado una importante corriente en contra de ciertas campañas de vacunación obligatória. Hay incluso un sector de la comunidad científica que empieza a cuestionarse si muchas enfermedades autoinmunes, en personas y animales, no están directamente relacionadas con el abuso que se hace de las vacunas. En lo que atañe a nuestras mascotas de cuatro patas, conviene que nos fijemos en un libro de texto que está considerado casi casi como una especie de "biblia" entre los profesionales de la Veterinária, titulado Current Veterinary Therapy y escrito por Kirk, en el que se recoge un interesante artículo escrito por dos investigadores norteamericanos; al final del mismo, hay un párrafo que se titula "Annual Vaccinations" (Vacunaciones anuales) en el que textualmente se dice "la práctica de la vacunación anual no tiene ninguna validez científica; de hecho no existe ninguna necesidad inmunológica que justifique la revacunación anual. Y salvo que esta práctica se utilice como un mecanismo, obligatório por ley, para justificar el que una vez al año los animales sean examinados en una clínica, la eficacia de la revacunación anual debe ser más que cuestionada"... Este no es, ni mucho menos, el único alegato en contra de la revacunación anual obligatória y a lo largo de esta serie tendremos ocasión de conocer muchos otros. Pero antes conviene que nos paremos un momento y reflexionemos sobre otro aspecto importante que hemos de tener en cuenta, si queremos ser capaces de analizar con criterio propio esta materia. Ya vimos en el capítulo anterior que ante los escollos que existen a la hora de encontrar una "vacuna ideal", los laboratórios se han puesto a trabajar y a investigar para encontrar alternativas más eficaces y con menos riesgo para la salud de los individuos a vacunar. En la actualidad se trabaja en tres frentes; por un lado se desarrollan vacunas en las que, en función de unos marcadores genéticos concretos, se eliminan secuencias específicas de genes en los virus empleados en su fabricación. Son las llamadas vacunas de gen suprimido (gene-deleted vaccines). En otros casos se elaboran vacunas llamadas subunitarias (subunit vaccines), derivadas de organismos recombinantes en los que se insertan genes foraneos procedentes de unos patógenos específicos. Y finalmente tenemos las llamadas vacunas vectorizadas (vectored vaccines) que se crean utilizando la tecnologia recombinante en la que un vector es suprimido de uno o mas genes y, en su lugar otros genes protectores del agente patógeno son insertados en el genoma del vector; vector que es luego administrado como vacuna. Son precisamente estas ultimas, las vacunas vectorizadas --en el mercado ya se encuentran algunas específicas para perros como por ejemplo la del moquillo y la de la rabia--, las que parecen presentar una mayor capacidad inmunizante, menos efectos secundarios y un riesgo insignificante de contaminación medioambiental. Además presentan otras ventajas como por ejemplo su estabilidad, la adaptabilidad para vacunaciones masivas y el hecho de no requerir adyuvantes. No obstante y aun cuando estas nuevas vacunas parezcan presentar menos riesgos para la población a vacunar, lo cierto es que los detractores continuan teniendo muchos argumentos en los que basar su campaña anti-vacunación. Uno de ellos es el que atañe a los riesgos que supone el empleo, tan habitual por otra parte, de vacunas combinadas, polivalentes. Vacunas que sin duda simplifican enormemente el calendario y que se emplean, supuestamente, para proteger a los animales --mediante la aplicación de una sola dosis--, frente a varios agentes infecciosos. ¿Quien no ha oído hablar de las trivalentes, pentavalentes, heptavalentes, etc.? Sus objetores advierten de la inutilidad, por un lado, de emplear este tipo de vacunas a discreción y aleatóriamente, dado que las más de las veces resulta una perdida de tiempo y de dinero tratar de proteger contra varios agentes infecciosos si estos no son susceptibles de constituir un verdadero riesgo. Y por otro argumentan, no sin cierta razón, que dependiendo de las condiciones en las que se encuentre cada organismo, inocular simultaneamente varios agentes infecciosos distintos puede desencadenar una especie de "guerra" interna, una competición entre ellos y las defensas, con consecuencias no siempre óptimas. Sobre este particular volveremos a incidir en próximos capítulos, pero convenía ahora esbozarlo aunque fuera tímidamente. Otro asunto que hemos de considerar y que no es ni mucho menos banal, tiene que ver con los calendarios de vacunación y revacunación que unos y otros proponen. Los animales recien nacidos suelen contar con una protección pasiva gracias a los anticuerpos que adquieren por via placentaria y tambien de la leche materna; asi, cuando se hace necesaria una estimulación de la inmunidad de estos individuos, suele optarse por vacunar a la madre en el último periodo de gestación, de tal manera que se haga coincidir el pico de los niveles de anticuerpos con la fecha en la que se forman los calostros. Pero no es menos cierto que, si bien antes se creía que que los neonatos con ciertos niveles de anticuerpos patógeno-específicos detectables, estaban protegidos contra las enfermedades que esos microorganismos patógenos producían, hoy se sabe que la titulación de anticuerpos pasivos transmitidos por la madre durante el embarazo, disminuye de forma muy significativa hacia las seis semanas de edad, hasta el punto de que si en ese momento se les confronta con los agentes infecciosos en cuestión (p. ej. rabia canina) más del 90% de los cachorros de seis semanas sucumbirán sin remedio y en pocos dias. Por contra, si otros cachorros en similares condiciones son vacunados a la edad de siete y once semanas con vacunas vectorizadas específicas, quedarán solidamente protegidos frente a la enfermedad incluso si en el momento de la vacunación todavía contaban con altos niveles de anticuerpos pasivos (maternos). A la vista de estos datos queda claro que se hace necesaria una revisión de los calendarios de primovacunación en cachorros de corta edad y tambien de revacunaciones periódicas posteriores. En eso sí que estan de acuerdo unos y otros, pero aqui empiezan y acaban las coincidencias de criterio. El plazo intermedio de administración de dosis de las distintas vacunas y sus revacunaciones varían sustancialmente; algunas pueden requerir una administración periódica semestral, mientras que muchas otras (la gran mayoría) bastaría con que se administraran cada dos o incluso cada tres años. Y otras, incluso, sería más que suficiente con que solamente se administraran una vez en la vida! Y parece quedar claro, tambien, que la vacunación anual obligatória de muchas enfermedades es no solo innecesaria sino, incluso, contraproducente. De todo ello hablaremos largo y tendido, tambien, en próximos capítulos de la serie.
(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |