Cargando Busqueda de la Web
|
Ya vimos al principio que el estómago actúa como reservorio de los alimentos, siendo ahí donde se mezclan y son predigeridos antes de pasar al intestino delgado, para su digestión propiamente dicha. La capacidad estomacal de cada perro varía en función de su talla y puede oscilar entre una capacidad de 100 a 250cc por kilo de peso vivo (mínimo 0,5 litros y máximo 8 0 9 litros). También sabemos que el perro puede tardar en digerir el alimento entre 5 y 6 horas e incluso bastante más, dependiendo de la calidad del alimento y que el pienso seco resulta de mucho más difícil digestión que los alimentos naturales, frescos y crudos. Cuando por distintos motivos el alimento contenido en el estómago se fermenta en exceso y da lugar a una producción exagerada de gas, con la consiguiente acumulación de materia espumosa semi-digerida que no puede ser evacuada con la suficiente rapidez, el estómago tiende a dilatarse, presionando los órganos vecinos y los vasos sanguíneos. El perro, sumamente incómodo, ingiere entonces mayores cantidades de agua en su intento de liberar esa presión y haciéndolo lo único que consigue es retrasar aún más la digestión, acumular todavía más gas y multiplicar el volumen del contenido estomacal. Dado que el estómago del perro está suspendido como si de una hamaca se tratara y sujeto apenas por unos ligamentos muy endebles, ocurre entonces que como consecuencia de todo ello, tiende a rotar sobre sí mismo, parcial o totalmente y al hacerlo se obstruyen totalmente los únicos dos esfínteres que dan acceso a este, con lo cual el contenido estomacal y los gases quedan aprisionados definitivamente y sin ninguna vía de escape. El perro produce entonces intentos vanos de vomitar, siente dolor, está incómodo, continúa ingiriendo agua (que inmediatamente expulsa por boca, dado que el estomago ya no puede contenerla), y manifiesta todo el elenco de síntomas propios de la torsión de estómago que son fácilmente identificables. El colapso que sigue origina toda una serie de fallos orgánicos en cadena, la interrupción del flujo sanguíneo y la necropsis de los órganos digestivos, el estado de shock y en tantas ocasiones la muerte en pocas horas. Los datos más optimistas aseguran que sólo el 15% de las torsiones totales de estómago acaban en muerte, pero los más realistas han convenido que hasta el 60% de los perros afectados por una torsión fallecen antes de poder recibir el tratamiento de urgencia, durante la intervención quirúrgica que le sucede o en los 2 o 3 días posteriores debido a las complicaciones cardiorrespiratorias o cerebrovasculares que conlleva este cuadro clínico, cuando no como consecuencia de la propia necropsis de los órganos afectados colateralmente. Las causas para la torsión continúan suscitando polémica y los especialistas no logran ponerse de acuerdo sobre cuales sean las más probables, sobretodo porque la torsión se produce en circunstancias muy diversas y afecta a perros de muy distinto tipo. Sin embargo en lo que sí parecen coincidir unos y otros es en el hecho de que entre las más probables estarían:
¿Sabía usted que...? En la Universidad de Purdue (EE. UU.) se viene realizando desde 1998 un estudio sobre las causas de la torsión de estómago y ya se sabe que el riesgo se duplica en perros de 7 a 9 años y es mínimo en ejemplares de 2 a 4 años y que se triplica entre animales de pura raza, siendo mínima en mestizos. MUY IMPORTANTE Mientras se encuentran respuestas a las posibles causas desencadenantes de la torsión de estómago, es conveniente tomar una serie de precauciones para tratar de evitarla:
Hay que tomar buena nota... ... y si el perro es muy glotón, para evitar que trague el pienso demasiado rápidamente, colocar una pelota de golf o de tenis dentro del plato (dependiendo de la talla del animal), para que se entretenga en apartarla con el hocico y así ralentizar el tiempo en que come su alimento. ¿Sabía usted que...? Parece demostrado que el perro que toma el alimento de un cuenco colocado a la altura de sus codos, es menos propenso a sufrir la torsión de estómago; lo mismo ocurre con aquellos otros que se acostumbran a comer tumbados, como hacían sus antepasados. Esto se explica por el hecho de que de esta manera son menos dados a tragar aire en exceso con cada bocado.
(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |