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Malcom X de Castro-Castalia “Tonton” es el orgulloso papá de la camada “S” de Castro-Castalia, de esa que supuestamente iba a ser, como mucho de “sólo seis” cachorros y en la que, al final, hubo hasta superávit. Unos días antes de que “Yoda” estuviera lista para ser cubierta, vinieron a casa a visitarme los que luego serían los orgullosos propietarios de uno de mis cachorros, una familia británica, afincada en los alrededores de Málaga. En algún momento en que padres e hijas se quedaron con los perros, en el porche de la casa, contemplando el paisaje mientras yo preparaba algo de aperitivo, John observó el extraño comportamiento de “Tonton” con una de las burras, que luego me comentaría. Malcom X de Castro-Castalia con 8 meses El caso es que el buen hombre, en un aparte porque yo creo que él mismo se avergonzaba de lo que iba a decirme, me comentó por lo bajini que había visto cómo el perro intentaba montarse a una de las burras, a la catalana para más señas, a “Pizpireta”, la más pequeña de las dos. Malcom X de Castro-Castalia A decir verdad, yo no supe qué comentarle ni cómo reaccionar. Me encogí de hombros, sonreí con cara de póquer y pensé para mis adentros que al pobrecillo del inglés se le habían subido las dos Coca-Colas que se había zampado en un santiamén. Y más aún, me dije a mí misma que como tenía un acento tan endiablado, a lo mejor es que no le había entendido bien. El caso es que el asunto quedó zanjado y Santas Pascuas. Llegó el tiempo de cubrir a “Yoda” y ya sabemos que “Tonton” no estuvo muy por la labor y que su semen no parecía gran cosa… aunque luego la camada “S”, en vez de ser de “sólo seis”, acabara teniendo superávit. Pero para entonces yo ya ni me acordaba de John, sus Coca-Colas bebidas en un pis pas ni sus comentarios sobre las preferencias sexuales de mi perro. Malcom X de Castro-Castalia Hasta que nos pusimos en el mes de Agosto de ese mismo año. Los cachorritos ya tenían mes y medio y correteaban por el jardín en las horas de menos calor. Ya estaban destetados y eran auténticos diablillos que no paraban de inventar juegos y distracciones, sacándole punta a todo, que para eso eran lo que eran, cachorrillos de seis semanas. Y una tarde estaba yo cómodamente instalada en el porche, con todos ellos pululando a mi alrededor y la madre vigilándoles atentamente, desde su cómodo punto de observación, subida a un sillón de enea y con la cabeza apoyada sobre mi regazo, cuando observé algo que me dejó absolutamente anonadada. A unos pocos metros de distancia, “Pizpireta” estaba tumbada en el suelo, con la cola apartada dando toda clase de facilidades, mientras… “Tonton” intentaba --por todos los medios posibles e imaginarios y echando mano del Kamasutra canino como buenamente podía-- ¡montársela! La situación tenía bemoles. Y claro, medio en shock, medio desternillada de la risa, llamé a “Jota” para preguntarle si cabía alguna posibilidad de que del tal cruce naciera una camada de… BURRMASTIFFS. Ya me veía yo montando un circo, cobrando entradas, haciéndome de oro y saliendo en todos los telediarios. Malcom X de Castro-Castalia Visto lo visto, los dos llegamos a la conclusión de que el inglés no estaba tan colocado y de que ESE había sido, en verdad, el motivo por el que el semen de “Tonton”, a la sazón, había estado tan… rarito. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |