"> Terra, la Reina de las Alturas, Castro-Castalia Bullmastiffs

Castro-Castalia Bullmastiffs

Anecdotas de Castro-Castalia Bullmastiffs, Terra, la reina de las alturas, Castro-Castalia Bullmastiffs
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Anecdotas de Castro-Castalia Bullmastiffs, Terra, la reina de las alturas, Castro-Castalia Bullmastiffs

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“Terra” nació en el año 95, como parte de la camada “J” de Castro-Castalia” y sus propietarios, Ralf y Cristina Dommel, vinieron a recogerla personalmente a casa, algo que impongo (sin demasiada sutileza pero cargada de buenos argumentos) a todos los futuros propietarios, para llevársela en coche a Barcelona. Antes de eso, Ralf y Cris ya habían estado en casa en una ocasión anterior para conocernos y ver a los que serían los papás de su perrita, “Koira” y “Cotilla” y trabamos una enorme amistad, que perdura tantos años después y que se fue afianzando a base de visitas mías esporádicas a Gavá o escapadas de ellos a Valdemorillo y a base, también, de muchas llamadas telefónicas en las que me iban contando los progresos de “Terra” y las muchas anécdotas que propicia la convivencia con un Bullmastiff.

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Tres Piedras Preciosas

Durante años, muchos años, fue la reina de la casa hasta que nació el pequeño Santi, al que adoraba. Recuerdo que me llamaron felices para comunicarme la buena nueva del embarazo de Cris y recuerdo también que me consultaron qué debían hacer para asegurarse de que la llegada del bebé no alterara ni incomodara a “Terra”. Les di una serie de consejos que siguieron al pie de la letra y “Terra”, que fue siempre una perra cariñosa, tranquila, absolutamente fiable, porque ése es el carácter que adorna a cualquier ejemplar típico de la raza, aceptó y adoptó a Santi como propio desde el primer día en que el bebé llegó a casa. Y lo adoraba.

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Siendo Santi un crío de pocos meses, ella prestaba su corpachón para servirle de almohada si alguna vez se quedaba dormido el pequeñajo en el suelo; luego le enseñó a caminar, porque fue el taca-taca más preciado y más seguro de Santi. Compartían muchas bolitas de pienso al ritmo de “una para ti, una para mí”, que imponía el pequeño Santi, sentado al lado de la perra mientras ésta comía, como podía, de su plato. Y compartían también muchos secretos porque Santi, según iba creciendo, al volver del colegio le contaba cuentos a “Terra” y, también, todas esas pequeñas cosas que sólo el mejor amigo puede conocer, ni siquiera papá ni mamá.

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Santi se fue haciendo mayor y disfrutaba de los paseos a la vuelta del cole, unas veces con papá y otras con mamá o con los dos, llevando de la correa a la enorme “Terra” que pesaba cincuenta kilos y abultaba bastante más que él y que era una auténtica institución en la zona, porque todo el mundo se quedaba impresionado con su aspecto, su mirada tierna y la forma en que se desenvolvía alrededor del niño y éste estando con ella.

Luego nació Inés y también ella, como su hermano mayor, aprendió a caminar agarrada del rabo de “Terra”, compartió bolitas de pienso al son de “esta para ti y esta para mí”, durmió la siesta apoyada en su enorme barrigota a modo de almohadón y confió ciegamente en esa enorme perra que fue su gran amiga.

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Terra de Castro-Castalia compitiendo en belleza con su madre adoptiva

Un día, Ralf me llamó y me contó que habían estado unos días en la montaña, disfrutando de vacaciones de verano y que tenía una sorpresa muy especial para mí. No me quiso adelantar nada más pero me comentó que a vuelta de correo iba a recibir una foto que, seguro, me iba a impactar mucho.

¡Y tanto! Cuando abrí el sobre, saqué la foto y la miré, me quedé de piedra. Ahí estaban Ralf y “Terra”, montados en una silla del teleférico de Baqueira Veret, en pleno ascenso hasta la cima, perfectamente relajados ambos, él acariciando el cuello de su perra y ella con medio cuerpo apoyado en sus piernas, mirando los dos al frente, a muchos metros de altura y… sin haber bajado siquiera la barra de seguridad.

 

La foto es, en verdad, espectacular y ha dado la vuelta al Mundo. Además de ser una foto de hermoso colorido, que lo es, tiene algo mucho más especial porque transmite, derrocha, confirma, esa especial forma de ser de los Bullmastiff, esa seguridad que tienen en si mismos y esa confianza ciega que muestran por el dueño y que se traduce en una entrega y una fidelidad a prueba, incluso, de situaciones tan extraordinarias como es esta. Y es que “Terra”, después de esa experiencia, bien merece el apodo de “reina de las alturas”.

(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito)

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