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La piometra, incidencia de la enfermedad en la raza Bullmastiff, Castro-Castalia Bullmastiffs
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La piometra, incidencia de la enfermedad en la raza Bullmastiff, Castro-Castalia Bullmastiffs

PierreNodoyUna de Castro-Castalia

La PIÓMETRA (que significa “pus en el útero”) es una forma de infección uterina que demasiadas veces puede resultar fatal para la hembra que la padece si no es detectada y tratada a tiempo. La forma más segura y directa de tratar y curar una PIÓMETRA pasa por practicar, en una gran mayoría de casos, una ovariohisterectomía (ablación de ovarios y útero) de emergencia, a la que la perra casi siempre llega en un estado de gran debilitamiento general debido a la infección en sí misma y, con máximo riesgo de sufrir una septicemia durante o después de la intervención quirúrgica.

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Piometra Cerrada

Estamos pues hablando de una enfermedad de alto riesgo que, desgraciadamente, es relativamente común en las perras en general y que presenta una elevada incidencia entre las hembras de raza Bullmastiff, quizás como consecuencia de una propensión de la raza a ser excesivamente sensible a su propia progesterona.

Suele cursar, justamente, en el periodo de dos meses que sigue a un celo, que es cuando se producen las mayores alteraciones hormonales en la perra, tanto si ha sido cubierta y ha resultado preñada como si no.

Habitualmente cursa con una serie de síntomas relativamente inespecíficos, como son la falta de apetito, la desgana, la apatía, la dificultad para beber, los vómitos, la dificultad para permanecer tumbado más de unos minutos, el jadeo insistente, la fiebre y otras manifestaciones de dolor. En ocasiones, las menos, se produce la eliminación de una mucosidad de aspecto purulento y olor característico a pescado crudo por la vulva., pero este último síntoma sólo se presenta muy ocasionalmente en aquellas perras afectadas de lo que se denominada PIOMETRA ABIERTA, cuando el cuello del útero no se ha cerrado totalmente y puede eliminarse parte del pus por vía vaginal.

Su sintomatología, desgraciadamente, no suele ser muy aparente en las hembras de Bullmastiff debido a ese peculiar aguante que tienen del dolor, por lo que cuando finalmente manifiestan todo el elenco de síntomas, la enfermedad suele estar ya muy avanzada y el único recurso posible para tratar de evitar la muerte del animal pasa por la intervención quirúrgica.

En algunos casos, los menos, la PIOMETRA puede tratarse mediante la administración de prostaglandinas y oxitocinas, pero es un hecho comprobado que la mayoría de las perras que padecen alguna vez una PIOMETRA, vuelven a padecerla por cuanto se trata de una condición recurrente.

Hoy en día existe una clasificación de los distintos estadios de esta enfermedad, que son cuatro, denominada “Clasificación de Dow”:

  • tipo I : cuando se presenta en forma de hiperplasia endometrial quística, con quistes traslúcidos, sin producción de pus y sin engrosamiento manifiesto de la pared uterina. Ocurre en perras de mediana edad. No presenta una sintomatología acentuada. Puede ocurrir en fase de diestro (cuando la perra ha terminado el celo y está en fase de descanso) pero no es excluyente. Por lo general sólo se diagnostica a partir de una necropsia y/o cuando se practica un diagnóstico diferencial porque el animal acuda a la consulta veterinaria con cualquier otro motivo.
  • tipo II: se produce siempre en la fase de diestro (cuando la perra ha terminado el celo y está en fase de descanso). El cuello del útero esta abierto y la actividad uterina es normal. La hiperplasia uterina es de un grado superior a la de tipo I.
  • tipo III: esta fase ocurre dentro de los primeros 40 días del diestro (78 % de las perras estudiadas). Tanto los signos clínicos como el agrandamiento uterino (por acumulo de pus), dependen del estado del cuello. Lo normal es que la actividad de la progesterona tienda a cerrar el cuello del útero.
  • tipo IV: se trata en este caso de endometritis o piometra crónica. Su desarrollo también depende, como en el caso anterior, del estado de apertura del cuello uterino. Los signos clínicos suelen ser menos acentuados y la perra permanece sin diagnosticar durante tiempo dado que el propietario, al no desconfiar de que pueda estar enferma, no acude a la consulta veterinaria hasta que, al cabo del tiempo observa cambios en el comportamiento y el estado general del animal que le preocupen.

En todos los casos, e riesgo para la salud y la vida del animal es suficientemente elevado como para ignorar la idoneidad, en una gran mayoría de casos, de practicar la esterilización temprana, sobretodo cuando se trate de hembras que no vayan a ser utilizadas en programas de cría.

Yo personalmente entrego a todos los propietarios a las hembras de Bullmastiff “CASTRO-CASTALIA” bajo acuerdo de esterilización temprana, salvo en muy contadas ocasiones en las que vayan a ser empleadas para la reproducción, dentro de programas de cría solventes y responsables. Y no sólo eso, sino que la practico en mis propias hembras “CASTRO-CASTALIA”, cuando a la edad de cinco o seis años, han producido su segunda o tercera y última camada y son retiradas de mi programa de cría, por entender que ese es un “seguro de vida” para ellas y por creer que toda precaución es poca.

(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito)

LAS FOTOGRAFIAS SON MERAMENTE ILUSTRATIVAS NO UNA INDICACION DE QUE LOS EJEMPLARES PADEZCAN DICHA ENFERMEDAD.

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