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Al comienzo de este libro, hemos tenido ocasión de relacionar a nuestras peludas mascotas con sus primos salvajes y conocimos algo más sobre las costumbres alimenticias de lobos, coyotes, chacales y zorros. Unos y otros, ya lo sabemos, no se alimentan necesariamente a diario, y ni siquiera siempre con el mismo menú, mientras que nosotros, quizás por comodidad pero también porque durante décadas se nos ha dicho que era lo más acertado, llevamos años comprando en el supermercado de al lado de casa o en el hipermercado, en la tienda de animales o en la clínica veterinaria, un saco de pienso de 5, 10, 15 o 18 kilos al mes, cuando no una docena o docena y media de latas de 275 gr. de alimento semi-húmedo, sabedores de que según la publicidad al uso, hacemos lo correcto y, con esta pauta, tenemos a nuestros amigos de cuatro patas perfectamente alimentados. A muy pocos se nos ha ocurrido replantearnos esta posibilidad y la mayoría, sinceramente, están satisfechos con el resultado, sin cuestionarse jamás si esta opción puede ser la causa de que nuestros perros presenten cada vez más prematuramente ciertos problemas de salud que sus primos salvajes nunca llegan a padecer. Pero empiezan a soplar nuevos vientos, que como casi siempre, también para esto vienen del oeste, de los Estados Unidos y de Canadá, los dos países lideres junto con Francia y Gran Bretaña, en la fabricación de alimentos comerciales para perros, gatos y otras mascotas. Y estos vientos están causando un verdadero temporal, una polémica cada vez más encendida, dado que han puesto sobre la palestra una pregunta a la que no está resultando nada fácil contestar... ¿es mejor el alimento preparado, artificial?, o... ¿la comida más natural, mas fresca? Responder a esto no es nada fácil; tan es así que haría falta todo un tratado para tratar de explicar qué hace que unos empiecen a decantarse por alimentar a sus perros con comidas más cercanas a lo que ha sido tradicionalmente el alimento de sus antepasados, mientras que muchos otros abogan por continuar haciendo uso de las ventajas que nos ofrece la modernidad, y seguir abriendo todas las mañanas y todas las noches un saco de pienso para servir la cantidad justa de bolitas, rombitos, cuadraditos o letritas, marrones o multicolores, o una lata de la que sacar un oloroso paté de color crema dorado, en el plato de nuestro expectante y hasta babeante amigo. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |