Castro-Castalia Bullmastiffs

Esterilizacion y castracion tempranas, Castro-Castalia Bullmastiffs
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Esterilizacion y castracion tempranas, Castro-Castalia Bullmastiffs

Fetiche y Ostras Pedrin de Castro-Castalia

A pesar de la creencia generalizada, hacer criar por criar a una perra o hacer cubrir por hacer cubrir a un macho, no es necesario. Y de hecho, la mayor parte de las veces, es muy recomendable que los machos sean castrados y las hembras esterilizadas a edad temprana.

Obviamente cuando recomiendo esta práctica no es sencillamente porque sí. Ni porque piense que de esa manera voy a tener “menos competidores” en el mundo del Bullmastiff. Hoy se sabe y así hay que decirlo, con todas las letras, que la castración y la esterilización tempranas de perr@s, es como un seguro de vida (y de longevidad). Y bien merece la pena que entremos a fondo en los argumentos que dan lugar a tal afirmación.

De una parte tenemos argumentos médicos muy sólidos y perfectamente constatados y demostrados que apuntan a que la esterilización temprana de las hembras reduce muy significativamente la tasa de cáncer de mama, el tumor más habitual en perras cuyo aparato reproductor permanece intacto. Tanto es así que entre el colectivo de perras intactas, el riesgo de que aparezca un tumor de mama a edad adulta es de tres a siete veces superior con respecto de aquellas otras que son esterilizadas. Pero todavía hay más; si la esterilización se produce antes incluso del primer celo, la tasa de cáncer de mama se reduce a un mero 0.5%, en tanto que en perras que son esterilizadas entre el primero y el segundo celo, el índice aumenta hasta el 25-26%. Y esto no lo digo yo, lo dicen estudios comparativos llevados a cabo en la Facultad de Veterinaria de Cornell (USA), que está considerada como la más importante del mundo.

Pero aún hay más; aparte de que con la esterilización temprana de las perras se evite el riesgo de aparición a edad adulta de los tumores de mama y de otras partes del aparato reproductor, también y esto es casi tanto o más importante, se evita otro riesgo muy común: la piómetra (pus en el útero), una forma de infección uterina que demasiadas veces puede incluso a resultar fatal si no es detectada y tratada a tiempo. Si además tenemos en cuenta que la forma más segura y directa de tratar y curar una piómetra pasa por practicar, en una gran mayoría de casos, una ovariohisterectomía (ablación de ovarios y útero) de emergencia, ya tenemos otro buen argumento para pensar en realizar esta operación no cuando la perra ya está en fase crítica y de alto riesgo, sino cuando está perfectamente sana y llega a la operación en óptimo estado de salud, por cuanto la intervención misma, el post-operatorio y la recuperación serán lógicamente mucho más fáciles.

Y por si todo esto fuera poco, muchos especialistas norteamericanos promulgan ya incluso que la esterilización se practique a las siete u ocho semanas de edad; de hecho la Dra. Katherine Salmeri, en Minesotta (USA) afirma que “no hay ningún problema en esterilizar y castrar cachorritos de siete semanas. La anestesia es sencilla y la recuperación de ésta no presenta ningún tipo de complicaciones, hasta tal punto de que en el caso de las hembritas el tiempo empleado en la intervención se reduce significativamente con respecto de hembras adultas por el hecho de que apenas haya grasa abdominal. Una hora después de la intervención los cachorros ya pueden estar de vuelta en el seno de la camada, perfectamente despiertos y activos y comiendo y jugando normalmente”. Más aún se ha comprobado, en varios estudios comparativos, que l@s cachorro@s que son esterilizados o castrados a tan corta edad, no solamente no crecen menos ni peor, sino que el desarrollo de los huesos largos (ese que tantas veces causa auténticos quebraderos de cabeza a los propietarios dado que suele producir Panosteítis y otros cuadros) es más correcto.

Hasta ahora hemos hablado de los beneficios que para las hembras tiene la esterilización temprana, pero los machos también tienen su beneficio en esta historia. En su caso, está estudiado y demostrado que dado que el cáncer de testículos es el segundo en importancia (inmediatamente por detrás del cáncer de piel) y por lo tanto nuevamente tenemos aquí un argumento ya por sí suficientemente sólido para considerar la castración como una ventaja, un beneficio. Pero no es esta la única razón que se exhibe médicamente para defender tal práctica. Otras son por ejemplo la evitación de la Prostatitis (engrosamiento benigno, pero no carente de complicaciones, de la próstata) que afecta a un 60% de los machos no castrados a partir de los cinco años de edad, amén de otras complicaciones de salud como por ejemplo la torsión o infección de los testículos.

Centrándonos específicamente en los machos de Bullmastiff, tenemos que a partir de los 10-15 meses de edad son, por lo general, muy activos sexualmente y muy sensibles a la presencia de hembras en celo no ya en su entorno inmediato y cercano, sino incluso en un perímetro de…¡¡10-15 km. a la redonda!! Aparte de mostrarse inquietos, deambular, aullar desconsoladamente, rehusar el alimento y presentar a veces incluso alteraciones gastrointestinales de difícil explicación, puede presentarse una inflamación de testículos que de origen a una Orquitis y también una inflamación de próstata que de origen a una Prostatitis. Ambas condiciones, pasajeras ciertamente, son terriblemente dolorosas para el animal, llegando incluso a producir alteraciones mecánicas y funcionales que afecten al movimiento de los cuartos posteriores (con un cuadro similar al que se produce cuando hay dolor de riñones) y al paso de las heces o de la orina. Y lo peor de todo es que en perros hiperactivos sexualmente, estos problemas se repiten una y otra vez, siempre que haya hembras en celo alrededor.

Hasta ahora he hablado de los beneficios médicos de la práctica de la esterilización y la castración en hembras y machos jóvenes, respectivamente, pero cabe preguntarse qué otros beneficios puede para los perros y la respuesta es simple: muchos. Muchos que tienen que ver con su comportamiento.

En el caso de las hembras, la ablación de ovarios y útero reduce significativamente la competitividad entre ellas, lo que es muy cómodo cuando hayan de convivir dos o más perras juntas, dado que se evitan las peleas que habitualmente son bastante subiditas de tono cuando las hormonas están un poco enloquecidas, léase en el periodo inmediatamente anterior, durante e inmediatamente posterior al celo. Celo que normalmente aparecería cada seis u ocho meses y que por razón de proximidad surge en todas las perras casi al mismo tiempo y que por lo tanto vendría a dar lugar a que tales peleas se produjeran durante un plazo aproximado de mes y medio cada cuatro o seis meses.

En el caso de los machos, la castración implica que no sientan la necesidad de perderse por ahí en plan conquistador, siguiendo el rastro oloroso de las feromonas que libera cualquier hembra no esterilizada por el vecindario ni tampoco de ir marcando territorio a diestro y siniestro. Pero además significa también que se reduzca considerablemente el instinto de dominancia sobre otros machos y por lo tanto la competitividad y el afán de pelea.

De hecho las estadísticas son determinantes y hablan de que un 60% de los machos castrados muestran una disminución importante en el comportamiento agresivo y de hiperdominancia hacia otros perros, en tanto que hasta el 90% dejan de deambular y de escaparse, luego de ser castrados. El Dr. Benjamín L. Hart, gran experto en comportamiento canino y prolífico autor de interesantes libros sobre la materia, afirma que esta práctica “no produce cambios en la personalidad del animal, excepto los relacionados con la agresividad y el escapismo y la necesidad de deambular. La capacidad para el juego, el ladrido de aviso, la necesidad y búsqueda de afecto por parte del dueño y los niveles de actividad no se ven en absoluto comprometidos por la castración de los machos”.

Y finalmente hay otra razón de peso para la práctica de la esterilización y la castración que es la eliminación del riesgo de embarazos no deseados y el nacimiento de cachorros que luego tienen, en muchos casos, difícil o nula salida.

A la vista de todo lo anterior, parece que ya hay suficientes argumentos y de peso para aceptar como adecuadas estas prácticas.

Los detractores de la práctica de la esterilización y castración tempranas, suelen exhibir algún argumento que, por trasnochado y absurdo, conviene traer a la palestra… Aparte de que en más de una ocasión se nos ha acusado directamente de “nazi” por promulgar esta práctica, todavía hoy escucho decir con demasiada frecuencia que los perr@s que han sido castrados y esterilizados presentan un mayor índice de obesidad y son más letárgicos. ¡Nada más lejos de la verdad!

Hoy en día y basándome en varios estudios perfectamente documentados, puedo afirmar contundentemente que las gónadas (glándulas sexuales masculinas o femeninas) poco o nada tienen que ver con la acumulación de grasa o la actitud desinteresada ante la vida de unos u otros perr@s.

Cierto es que algunas veces perros o perras que son castrados a edad adulta o pasados los seis siete años, parecen más proclives a engordar que otros, o se muestran más abúlicos, pero… ¿acaso nos hemos preguntado si esto más que ver con el tema de la desaparición de parte de su aparato reproductor, no tendrá relación con el hecho de que comen mucho más de lo que necesitan por su edad y son menos activos en razón de esto mismo? El hecho cierto e inapelable es que un estudio y seguimiento comparativo llevado a cabo recientemente en el que se emplearon cuarenta y cuatro Pastoras alemanas, demostró que independientemente de que unas fueran ovariohisterectomizadas (es decir “vaciadas”) y otras permanecieran intactas, no se encontraron diferencias sustanciales en su masa corporal o en su capacidad de trabajo dependiendo de que estuvieran o no intactas.

Bien es cierto que quienes afirman que las perras esterilizadas pueden sufrir pérdidas ocasionales de orina no van muy desencaminados pero esto sólo ocurre en una minoría de casos y siempre y cuando la intervención para la ablación de ovarios y útero se haga sin utilizar una técnica bien conocida y segura denominada colposuspensión retropúbica abierta, que evita este problema. Se trata de una práctica quirúrgica que incluye la elevación de los tejidos cerca del cuello vesical y la uretra proximal, en el área detrás de los huesos pubianos anteriores, a fin de corregir la oclusión uretral deficiente

Otro dato que conviene tener muy en cuenta a la hora de esterilizar a las hembras es que la operación debe realizarse en la fase de anestro/diestro (es decir cuando el útero descansa tras un celo completo y antes del siguiente) y por lo tanto alrededor de setenta días después de que haya terminado el celo, por ser este el momento en el que existe una menor vascularización de la zona y precisamente por ello la intervención se realiza en óptimas condiciones y con muchos menos riesgos de hemorragias o infecciones posteriores

(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito).

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