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Xerxes de Castro-Castalia Sirviéndonos siempre de los estudios estadísticos disponibles en los Estados Unidos (a falta de otros fiables, europeos o españoles) tenemos que un 38% de los norteamericanos propietarios de perros, entre 1993 y 1995, lo eran de animales que habían adquirido inducidos por la inseguridad ciudadana; ello ha significado que en pocos años se multiplicara la demanda de ciertas razas de guarda, sobre otras tradicionalmente mas acordes con los gustos de la sociedad norteamericana. Entre estos nuevos "favoritos" están los "Pitt Bulls", los Pastores Alemanes, los Malinois (Pastores belga de pelo corto), Rottweilers, Dobermans, Chow-Chows, Akitas, etc. y algunas otras razas consideradas exóticas, más concretamente los Fila brasileiros, los Mastines napolitanos, los Cane corsos, los Dogos argentinos y los Tosa japoneses. La razón de esta elección es simple: en todos los casos se trata de animales de talla media/grande, de aspecto disuasorio que sirve a los propósitos para los que son adquiridos; mantener a los intrusos a raya. Y ello porque se trata de sujetos pertenecientes a razas que se mantienen alerta durante la mayor parte del tiempo y que avisan, ladran, gruñen o actúan de forma aparentemente contundente cuando un extraño se aproxima a "su" casa, "su" coche o "su" familia. Una vez que han adquirido el perro en cuestión, sus propietarios deciden que para incrementar su capacidad es conveniente adiestrarlos en defensa y se ponen en manos de pseudo-adiestradores que, en la mayoría de los casos (y salvo honrosísimas excepciones, siempre las menos), no son en absoluto expertos en la materia. Y al final acaban teniendo en su jardín a un animal que, por mor de un entrenamiento inadecuado no será nunca un campeón de Schutzhund, perfectamente adiestrado y controlable, sino un perro vicioso, de comportamiento impredecible e imposible de mantener debidamente controlado. Perro que, invariablemente, se convertirá en el típico "mordedor" (no defensor) que a la vez que ataca, trata de escapar. Es decir, animales totalmente desequilibrados. Anualmente se producen solo en los Estados Unidos unos tres millones de mordeduras de perros a personas, de las cuales medio millón va a necesitar algún tratamiento médico; pero aquí también se produce un dato que hay que tener muy presente a la hora de valorar los resultados estadísticos. Y es que el 80% de estas agresiones son producidas por perros dentro del propio entorno familiar (bien a los propios dueños, los hijos de estos o los vecinos más cercanos), es decir que el animal agrede a una persona a la que conoce suficientemente, bien o muy bien y con la que, por lo general, convive. Cuando la agresión que se produce tiene como resultado la muerte de la persona agredida, también los datos son indiscutibles; suele tratarse de niños de corta edad o de ancianos, es decir en su gran mayoría de personas que son incapaces, casi siempre, de defenderse y que además se colocan en situaciones límite porque su edad (menos de 9 años o mayores de 65) es, invariablemente, un factor en contra. Y aun hay otro dato esencial; en el caso de los niños, la agresión siempre se produce cuando no están bajo la vigilancia de un adulto, sea el padre, la madre o el tutor. El HSUS (Humane Society of the United States) realizó un estudio de los 301 casos de muerte de personas como consecuencia de ataques de perros producidos durante un periodo de 18 años y su autor, el Dr. Randall Lockwood, Vicepresidente de la Sociedad, concluyó que "en su vasta mayoría fue la ignorancia humana o la irresponsabilidad, la culpable, no la víctima ni el perro". El propio Dr. Lockwood, junto con Janet Hornreicht, ambos en representación de la HSUS y en colaboración con los Dres. Jeffrey J. Sacks y Richard W. Sattin, representando a la Division on Unintentional Injury Prevention del National Center for Injury Prevention and control (Center for Disease Control and Prevention, dependiente del U.S. Public Health Service) realizaron un completo estudio estadístico sobre las 109 agresiones fatales ocurridas en un periodo de seis años, del 1º de enero de 1989 y el 31 de diciembre de 1994 (18,1 muertes anuales), en los que quedó perfectamente claro que hay unos colectivos de la población que son mas susceptibles de ser agredidos, que otros. Análisis de los grupos de población involucrados en ataques de perros, con resultado de muerte, entre 1989 y 1994 (EE. UU.)
* incluye un varón de edad desconocida y un neonato de sexo desconocido. NOTA DE LA AUTORA: A la vista de lo anterior se comprueba que en el 57% de los incidentes se vieron involucrados niños menores de 10 años de edad (67 en total); solo en 11 de estos casos los niños estaban durmiendo en el momento de la agresión, mientras que en los restantes 56 casos, estaban interaccionando directa o indirectamente con el animal agresor. En todos los casos, estaban solos con el animal. En 19 de los 109 casos, los perros contaban con un historial de agresiones anteriores (aunque no mortales). Finalmente cabe resaltar que en el 59% de los casos, las agresiones fueron protagonizadas por animales pertenecientes al entorno familiar y tuvieron lugar dentro de la propiedad de los dueños, estando sueltos; en el 22% de los casos se trató de perros que iban sueltos por la calle, en el 18% fueron animales que estaban atados dentro de una propiedad y en el 3% restante no se conocen las circunstancias. Agresiones de perros a personas, con resultado de muerte en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 1995 y el 31 de diciembre de 1996 (en EE. UU.)
NOTA DE LA AUTORA: En el caso de los neonatos, todos estaban durmiendo y sin vigilar en el momento de la agresión; asimismo todos los niños de 1 mes a 9 años estaban solos con el perro en el momento de ser agredidos. En el 36% de los casos la agresión fue protagonizada por un solo perro; otro 36% lo fue por dos perros; un 20% tuvo por protagonistas a grupos de 6-11 perros y el 8% restante, fue consecuencia de ataques producidos por 3 perros. En 23 de los 25 casos se sabe que el 48% (11) se trató de perros que estaban sueltos y sin control, dentro de la propiedad del dueño, otro 30% (7) de los perros que las causaron estaban sueltos fuera de la propiedad; y el 22% (5) restante de los casos ocurrieron dentro de una propiedad y fueron protagonizados por perros que estaban sujetos o controlados. El resto de los casos (2) se produjeron por distintas causas, sin que haya suficiente información para su evaluación. De todo lo anterior se desprenden varios datos importantes: 1) En un gran número de casos los perros agreden a personas de su propio ámbito familiar; 2) Destacan las agresiones a niños de corta edad (de 0 a 9 años), especialmente varones, quizás porque son más intrépidos que las niñas; en la Fig. 6 se constata que el número de muchachos fallecidos entre 1 y 9 años (29) dobla al de niñas (15); 3) Otro dato a destacar es que los niños fallecidos, mayoritariamente se encuentran fuera del control de los adultos cuando ocurren los hechos; en un elevado porcentaje (casi el 50%) las agresiones se producen en la casa o el jardín, mientras que la otra mitad de los casos tienen lugar a partes iguales cuando los niños se encuentran en la cercanía de perros propios o extraños que están atados o en entornos abiertos, con animales sueltos; 4) Cuando las agresiones tienen por objeto personas ancianas, sin embargo se invierte la estadística y son sobretodo las mujeres (22 entre 50 y 70 o mas años, triplicando el numero de varones en los mismos grupos de edad, 7 en total) las que resultan muertas, probablemente por un exceso de confianza o también porque la edad las hace mas distraídas ante perros conocidos o extraños. (Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito). |