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Es innegable que en los últimos años se está produciendo un cada vez mayor número de consultas al Veterinario, relacionadas con cuadros alérgicos. Son muchos los perros que por distintas causas, un buen día comienzan a rascarse y... ya no paran. Y de hecho, siempre que uno de nuestros peludos se rasque a menudo, sin que existan lesiones específicas en la piel, del tipo que sean, hay que sospechar que padece una dermatitis atópica , también llamada atopía, que es el nombre que se le da a la inflamación de la piel de origen genético, que hace que el perro sea sensible a todo tipo de proteínas estimulantes, denominadas alérgenos como por ejemplo los distintos tipos de polen, de ácaros, de mohos, de hierbas y semillas, etc. Alérgenos que en el caso de perros no alérgicos no causan ningún tipo de reacción ni de problema pero que antes o después acaban causándolos en aquellos que se han ido sensibilizando con el tiempo. Demasiadas veces todavía hoy, se confunde la dermatitis atópica con las alergias alimentarias e incluso con esas otras que están producidas por pulgas y otros ácaros. Es pues conveniente que hagamos aquí una mención de lo que son las alergias alimentarias y qué las produce, máxime porque cada vez son más frecuentes y está consensuado que ahora mismo pueden estar afectando ya a más del 15% de la población canina del primer mundo. Una cifra importante, si tenemos en cuenta, además, que parece ir paulatinamente en aumento, por lo que, tal y como están las cosas, no sería de extrañar que a lo largo de los próximos años y décadas llegara a convertirse en uno de los nuevos males del siglo XXI en lo que atañe a la salud de nuestras mascotas. Cabe sospechar que un perro sufra una alergia alimentaria siempre que padezca de picores severos y se rasque profusamente durante un largo plazo de tiempo y sin que los síntomas estén asociados con la estacionalidad, es decir, por ejemplo con la época primaveral cuando el polen hace estragos entre la población alérgica (humana o no), o con la época veraniega, cuando las pulgas y otros ácaros están haciendo su agosto particular... En la mayoría de los casos las alergias como que aparecen de repente, entre los 12 meses y los tres años, de acuerdo con la literatura veterinaria al uso; pero lo que realmente ocurre es que las alergias comienzan a lanzar los primeros avisos entre un año y tres años después de que el anima se haya empezado a ver confrontado con los alérgenos a los que es sensible y a los que, con exposición continuada y permanente, se va hipersensibilizando cada vez mas. Otros, menos sensibles o con un sistema inmune más fuerte, solo muestran los primeros síntomas de alergia a edad más avanzada, es decir cuando se enfrentan a la etapa senescente, que coincide con el momento en que su metabolismo se debilita y con él también sus propias defensas. Esto explica que muchos propietarios, cuando se ven confrontados con el diagnóstico que determina, por eliminación de otros factores, que sus perros son alérgicos a la comida con la que han estado siendo alimentados durante años, no se lo acaben de creer; es incluso frecuente que se molesten y contesten diciendo que “eso es imposible” porque el animal está siendo alimentado con un pienso premium, carísimo, de la mejor calidad, e incluso que “se lo come todo de un tirón porque le encanta”. Los hay incluso que, para tratar de demostrarse a sí mismos y al veterinario que el diagnóstico era erróneo, le cambian al animal de comida, constatando quizás una leve mejoría durante un corto plazo de tiempo y luego una recaída que no hace más que empeorar la situación. Y muchos otros, aconsejados por la publicidad y el marketing, por el propio profesional que atiende a su perro, o por los amigos, los vecinos o el criador de su animal, deciden probar a darle un pienso hipoalergénico, especialmente formulado a base de cordero y arroz (el típico lamb & rice), para acabar dándose de bruces con una desagradable realidad... que no hay una mejoría sustancial y, en el peor de los casos, lo que sí hay es un deterioro. ¿Qué quiere decir esto? Pues, por ejemplo, que el animal puede ser alérgico a uno, dos o tres o incluso más de los productos que entran en la composición del alimento –y entre los más usuales están la soja, el maíz amarillo, el trigo, la pulpa de remolacha, ciertos subproductos lácteos y la carne de res o de caballo, junto con los huevos y el pollo, por citar sólo los más comúnmente empleados en la fabricación de piensos secos, semi-húmedos y enlatados- y que si, aún cuando se cambie una marca por otra, alguno o algunos de esos productos figuran en la composición del nuevo alimento, como es lógico, el animal continuará mostrándose sensible a esos que son los que, en su caso, funcionan como verdaderos alérgenos! Así de sencillo. Hay pues que ser capaces de determinar cuáles son esos alimentos sensibilizantes y eliminarlos de la dieta del animal. Otra causa que justifica que esto ocurra está en el hecho de que muchos animales son sensibles, alérgicos, a una glucoproteína (molécula de la glucosa) que está presente en los alimentos cocinados y súper-elaborados. Por lo tanto en estos casos lo que se aconseja es cambiar la dieta del animal y pasar a alimentarle con comidas menos elaboradas e incluso dietas crudas. Es por ello por lo que, cuando nos vemos confrontados con un animal que sufre de alergia alimentaria, tenemos que hacer un diagnóstico final basado en el empleo de una dieta de eliminación, que permita ir poco a poco desentrañando los secretos, las causas que la originan. Un dato a tener en cuenta para ser capaces de comprender mejor por qué en los últimos años estamos asistiendo a la proliferación de este tipo de alergias, es que muy probablemente existe una relación directa entre la edad a la que los cachorros son destetados y el tipo de alimento al que se les acostumbra desde ese mismo momento. Al fin y al cabo, la mayoría de las camadas son destetadas alrededor de los 18-21 días y a partir de ese momento se ven confrontadas con la ingesta de toda una serie de productos “extraños”, que hasta hace bien poco no habían hecho parte de su dieta natural, como son ciertos tipos de derivados de carne, o de pescado, o de vegetales o de cereales, junto con todo un elenco de aditivos que por sí mismos no están exentos de culpa, dado que muchos de ellos se sabe que pueden inducir la aparición de un buen número de enfermedades no ya en los animales, sino en las propias personas. Y algunos de entre ellos, incluso, ya están prohibidos para el consumo humano, aunque no para el consumo de nuestros peludos amigos, como ya hemos visto. No hemos de olvidar que esos cachorros que son pasan de hoy para mañana de la leche materna a la papilla o al pienso comercial, por su corta edad, tienen todavía un sistema inmune y un aparato digestivo (en el que el intestino, como ya sabemos juega un papel fundamental) muy inmaduros; se ven expuestos de la noche a la mañana, a una serie de antígenos –o lo que es lo mismo, sustancias que introducidas en el organismo, dan lugar a reacciones inmunitarias- para los que no están adaptados y, sin que lo queramos ni lo sepamos nosotros, es precisamente en ese momento cuando se desencadena la primera y callada, reacción de rechazo. Reacción que tendrá su culminación uno, tres, cinco o seis o más años después, cuando finalmente aparezcan los primeros síntomas evidentes de alergia alimentaria. Hasta el día de hoy no se sabe con seguridad cuando empieza en el cachorro la denominada tolerancia oral –la habilidad del sistema inmune de un individuo para ignorar esos alérgenos-, necesaria para todos los seres vivos por cuanto sin ella, los animales serían alérgicos a todo aquello que tomara contacto por vía digestiva con el tracto intestinal. Pero algunos expertos en nutrición canina afirman que esa tolerancia sólo empieza a desarrollarse a partir de las seis semanas de vida del cachorro y por eso aconsejan que el destete se demore hasta bien entradas las ocho e incluso las diez semanas de edad. Y también por lo que sería interesante evitar exponer a los animales muy jóvenes, a todos los granos que contienen gran cantidad de gluten, dado que el gluten es también causa de frecuentes alergias; atrasar pues el momento en que el cachorro inicie la ingesta de piensos comerciales que contengan cereales (proteína vegetal, mucho más barata que la de origen animal), hasta los dos meses o dos meses y medio, implica que le demos tiempo a que desarrolle óptimos niveles de tolerancia oral. MUY IMPORTANTE Los perros alérgicos suelen exhibir, además de los típicos picores en zonas localizadas del cuerpo o en todo el, otras manifestaciones como son moqueo o lagrimeo continuo, estornudos, tos, respiración dificultosa, infecciones del oído interno, dermatitis húmedas, y en el caso de las alergias alimentarias muy probablemente también vómitos y diarreas ocasionales o continuadas. ¿Sabía usted que...? Al contrario de lo que promete la publicidad, los piensos a base de cordero no son todo lo hipoalergénicos como cabría suponer; y ello porque como cualquier otra proteína animal, la del cordero puede también causar alergias, si se abusa de su uso durante largos periodos de tiempo. Hay que tomar buena nota... ... de que dado que las alergias no son más que una sensibilidad especial ante determinadas sustancias, los alérgenos, que da lugar a reacciones de tipo respiratorio, nervioso o eruptivo, cuando se trate de alergias alimentarias es lógico pensar que el animal desarrolle sensibilidad hacia productos que están en su dieta, pero que no sea alérgico a esos otros con los que nunca se ha tenido que confrontar. Por lo tanto resulta interesante, cuando se diagnostica una alergia de este tipo, cambiar su alimentación hacia esos otros productos que no suelen hacer parte de las fórmulas comerciales, como por ejemplo: carne de conejo, de pavo, o de venado, ciertos pescados blancos, gambas y bogavante. ¿Qué es.... una dieta de eliminación? Aquella que pretende averiguar qué alérgenos están en el origen de una alergia alimentaria en el perro. Durante un periodo mínimo de 8 a 12 semanas, el animal es sometido a una dieta específica, de la que no puede apartarse siquiera excepcionalmente; no puede dársele ni un premio, ni un hueso que roer, ni nada que no esté incluido en el plan que el especialista haya diseñado específicamente para él. Este tipo de dieta es imprescindible para hacer un correcto diagnóstico por cuanto ni los análisis de sangre, ni tampoco las pruebas de piel arrojan respuestas cuando se trata de alergias alimentarias. MUY IMPORTANTE La dieta ideal para un perro alimentado con pienso comercial, no sufra alergias alimentarias será aquella que:
¿Sabía usted que...? Los ácidos grasos omega-3 son muy beneficiosos para los animales que desarrollan alergias alimentarias, por cuanto disminuyen significativamente los picores y la inflamación de la piel. Por lo tanto conviene consultar esta posibilidad con el Veterinario y añadirlos a su dieta de forma continuada, en la cantidad que el experto prescriba como más adecuada según la talla del animal, su peso, sexo y necesidades. PAUTAS PARA UNA CORRECTA DIETA DE ELIMINACIÓN
(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y/o Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito) |